jueves, 4 de octubre de 2007

Los Amantes

Por Camilo Bogoya.

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Sólo tenían dos horas. No era necesario levantarse y mirar el reloj: las campanas de la iglesia estaban ahí. Ella dijo Piazzola y precisó que sonaba la Resurrección del Angel, y a él se le ocurrió decir una frase que venía de otros amores: Todo ángel es terrible. Y era cierto. La frontera rota del pudor, ambos recogían sus pedazos, la punta de un seno flotante en los labios, un cabello enredado, los restos de una mano esparcida entre las piernas. Sólo tenían dos horas. Despiértame el bandoneón, dijo él, quiero tocarte la milonga. Ella no entendió nada. Afíname el mandolín, agregó, y ella reía escuchando esa lengua extranjera. Quiero toccata, insistió, ínflame el saxofón. Ella dejó de reír y exigió una traducción, exigió que no le escupiera al oído gemidos con palabras que no entendía, exigió un tiempo para pensar las cosas, ordenó una búsqueda exhaustiva de sus hebillas, un espejo de mano, un silencio de 48 horas, un cambio de actitud, un cambio de acento y de camisa y de almuerzo porque siempre cocinaba lo mismo, con la misma camisa y los espantosos platos desportillados. Salieron juntos, él la acompañaría hasta la boca del metro, diciéndose que en el pasado habían hablado en español, que ella entendía esa lengua, que muchas veces le había dicho que quería aprenderla con él. Y ella, antes de desaparecer, con una sonrisa se volvería para decirle: Todo ángel es terrible.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es un poema que deja mucho a la imaginación del lector,pienso que es uno de los objetivos de su autor,como todo ángel es terrible.

Anónimo dijo...

Bastante interesante...

Los amantes van más allá del tiempo y del espacio...

etoile dijo...

Definitivamente es demasiado abierto, poco concreto y especifico, deja mucho a la imaginación..sin embargo uno logra ubicarse en un tiempo y un lugar