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Las entidades míticas son ideales y perfectas mientras en la realidad y la vida solo aparecen ejemplos imperfectos de ellas. (Páramo, Mito poesía y matemáticas)
Ahora, más que nunca, se que los tres grandes majaderos de la humanidad hemos sido Jesucristo, don Quijote y yo. (Pineda, El insondable)
Encuentro literario con El Libertador
I
Hace poco volví a estar en la biblioteca del colegio de donde me gradué como bachiller. Cuando entré, recorrí con la vista las paredes aún manchadas con ligereza humedad, buscando la figura que en mi recuerdo se asocia con aquel espacio: el imponente lienzo del libertador: su gesto majestuoso, formidable, su aspecto y sus ropas impecables, y su mirada atenta cual vigilante. En este retrato, como intuyo en su gran mayoría, su figura se muestra llena de virtud, energía y vida. Mi sentimiento general era de infinito respeto, pero también me invadía un silencio mortuorio; aquel que calla frente al general ante las noticias desalentadoras de la patria. Contemplar este cuadro es agobiante, como si un reproche atravesara los horizontes del tiempo. Sin embargo al salir de la biblioteca una duda me fue consumiendo, pues en mi memoria existía otra imagen de Simón Bolívar, navegando por el río Magdalena cual si fuera el Estigia, enfermo, pálido, envilecido, deslucido, delirante, humillado y desterrado. Esta imagen creada a través de algunos textos literarios relativamente contemporáneos me inquieta sobremanera. Pero talvez su crudeza nos acerque más a la humanidad del héroe, a sus vicisitudes trágicas, al Simón que deja de ser Bolívar, o que ha sido consumido por este arrastrándolo a la contradicción, a leer profundamente en un personaje histórico el mito de la creación de la nación colombiana: el símbolo de la nacionalidad e incluso la suprema libertad. Así mismo la preocupación por la vida de Simón Bolívar, a partir de la literatura, entraña un intento de examinar con agudeza la relación del individuo con su sociedad; a partir de la reconstrucción ficcional de la vida, los sentimientos, y los pensamientos del héroe, se dibuja la sociedad de su época, exaltando los contrastes y desfases que se evidencian entre ambos. La literatura danza con la historia dando color a los sucesos y humanidad a los personajes en una versión del mito donde la belleza impregna la relación.
II
Uno de los cuentos más maravillosos que he leído es El último rostro de Álvaro Mutis, y me preguntaba precisamente en este encuentro literario con Bolívar por qué el autor escogió tal título. La interpretación apunta a que el rostro del héroe tiene un trazo definido por el mito: las hazañas cometidas imprimen en el retrato ciertas características que superan la realidad imponiendo en la imagen marcadores de significación. Pero el autor en este cuento está apelando a otro tipo de rostro, aquel con el que recibe la muerte, y no la gloria con la que aparece impreso en los billetes de mil pesos. ¿Este intento de dibujar al héroe en su humanidad no tendrá acaso la intención de desmitificar su imagen sagrada, apelando a una historia más verosímil para las condiciones existentes en el tiempo que vivió el libertador? Gabriel García Márquez, con la misma intención escribe acerca de Bolívar: “Tenía una línea de sangre africana, por un tatarabuelo paterno que tuvo un hijo con una esclava, y era tan evidente en sus facciones que los aristócratas de Lima lo llamaban El Zambo. Pero a medida que su gloria aumentaba, los pintores iban idealizándolo, lavándole la sangre, mitificándolo, hasta que lo implantaron en la memoria oficial con el perfil romano de sus estatuas. En cambio el retrato de Espinosa no se parecía a nadie más que a él, a los cuarenta y cinco años, y ya carcomido por la enfermedad que se empeñó en ocultar incluso a sí mismo hasta las vísperas de la muerte.” (El general en su laberinto, 184) Esta vinculación del héroe con el mundo africano es fundamental en el acercamiento a una realidad americana donde el mestizaje empieza a ser el común, y donde los nuevos rumbos de la sociedad empiezan a ser tomados por personas que son producto de esa realidad.¿Acaso no apuntará a proponer un héroe con referentes latinoamericanos? Hacer el ejercicio de construcción de un héroe que sea producto de una visión propia, de un proceso de reflexión sobre nuestra historia y las problemáticas propias. Sin embargo la imagen del varón valiente con sus grandes hazañas queda como la aureola del pasado que lo cubre, pero la ironía se refleja en un hombre que cerca a su muerte está enfermo, delirante, acusado por un sentimiento de persecución continúa de sus enemigos, humillado en el fracaso de sus proyectos. En este sentido, éste último rostro ya no es capaz de evocar al héroe. Sólo nos queda la memoria para asociarlo con El Libertador. Se profana literariamente (pero quizá en el fondo un profundo sentimiento de creación alejado de la concepción heroica europea) trastocando lo sagrado que habita en el héroe, la gloria de un pasado, pero como peso u oposición de la situación contemporánea al relato, donde la gloria es una pareja de baile de la juventud y hace mucho tiempo se dejó de bailar con ella. “..El héroe pasa, se aleja…mira cómo estás: toses y los esputos salen verdes” (Pineda, 2004:27) “ Su Excelencia mira el conjunto de todas las cosas, en realidad parece soñar. Toda su gloria pasada, su historia de años de héroe está a punto de quedar convertida en un triste puñado de cenizas” ( Cruz 1987: 60) Pero también la reinterpretación de mito se presenta al ridiculizar al héroe, convirtiéndolo en objeto de burla “ No tuvo tiempo de esquivar una bosta de vaca que le arrojaron desde algún establo y se le reventó en mitad del pecho y alcanzó a salpicarle la cara ” (García Márquez 1989: 34), o en su defecto un hombre al que se le puede engañar “Te dan tisana por agua común” (Pineda 2004: 255), o transfigurando su presentación “En vez de Palomo Blanco, su caballo histórico, venía montando en una mula pelona con gualdrapas de estera, con los cabellos encanecidos y la frente surcada de nubes errantes, y tenía la casaca sucia y con una manga descocida. La gloria se le había salido del cuerpo” (García Márquez 1989: 23) o como diríamos actualmente un hombre que hace el oso “Incurrió en repeticiones. Tartamudeó. La confusión fue total. Por fin se quedó callado. Tomó una copa, quizá con el deseo de hacer otro brindis, pero perdió el equilibrio. Quedó sentado, bañado en champaña mientras se prolongaba el más embarazoso silencio. No hubo aplausos.” (Pineda 2004: 254)
III
Pero está visión literaria entra en clímax al contrastar profundamente el hombre con la sociedad, hasta tal punto que llegan a ser irreconciliables, (pero con la nostalgia del ser que en si mismo es parte de a historia, o mejor dicho que alrededor de él crea historia). “Esta solitaria lucha de un guerrero admirable con la muerte que lo cerca en una ronda de amargura y desengaño” (Mutis 2002: 109) ¿Cuál es el desengañó? Por una parte la naturaleza agreste desgarra al libertador: “Aquí se frustra toda empresa humana –comentó-. El desorden vertiginoso del paisaje, los ríos inmensos, el caos de los elementos, la vastedad de las selvas, el clima implacable, trabajan la voluntad y minan las razones profundas …pero en el camino nos perdemos en la hueca retórica y en la sanguinaria violencia que todo lo arrasa.” (Mutis 2002: 112) por otra parte aparece el hombre como un siervo sin tierra “ Ya no tengo patria por la cual sacrificarme” (García Márquez 1989: 43) “Empezó entonces a hablarme de América, de estás repúblicas nacidas de su espada y de las cuales, sin embargo, allá en su más íntimo ser, se siente a menudo por completo ajeno” (Mutis 2002: 111) El desencanto conjuga ambos aspectos para formular un juicio donde se cree que los años de lucha y esfuerzo han sido en vano, cuando se han liberado los cuerpos pero no las mentes. En esta tercera dimensión de la desilusión la conciencia que tiene el héroe no la posee la sociedad en su conjunto, el héroe como nos muestra el mito necesitó separarse de su sociedad lo cual históricamente hablando lo llevo a Europa. En este sentido el héroe que logra la libertad en estas repúblicas del norte de Sur América posee en su imagen oficial una relación íntimamente ligada con el mundo blanco y con la cultura occidental. Hasta tal punto que la conciencia y la reflexión que emprende el héroe acerca de la situación del mundo americano donde nació y su posterior decisión de emprender una campaña de emancipación es presentada como parte de las experiencias que tuvo en el viejo continente. Entonces la posibilidad de pensar la libertad se da por su contacto y recorrido por el mundo europeo. El héroe tiene un proceso distinto en su formación que el de su sociedad, y el retorno del héroe que es el momento en el cual él debe llevar el conocimiento aprehendido y los bienes logrados a la sociedad para su aprovechamiento sea efectivo, finalmente fracasa. Este fracaso por una parte ejemplifica las luchas internas que se dan por el poder y por los intereses propios. La preocupación de la unidad era un problema a manera de sueño de Bolívar que nada tenía que ver con la realidad de estos territorios donde cada quien se ocupaba de hacer su rancho. Para el libertador las cosas eran muy sencillas en el sentido que nunca tuvo mayores dificultades económicas para subsistir. La fortuna heredada le permitió educación, viajes, manutención, derroche, y por lo tanto no necesitó trabajar a la manera de la base de la sociedad para sobrevivir. Por otro lado para las élites la posibilidad ante la ausencia del virreinato de ocupar las posiciones que estos habían dejado y afianzar su riqueza se convirtió en una tentación que no podían dejar pasar y que tampoco estaba por encima de las ideas liberales. A la hora de poner las bases, los textos literarios (que se han basado como lo manifiestan sus autores en una investigación histórica profunda) cuentan que existió un enfrentamiento entre las ideas de las élites y las del libertador mediadas por un sistema de leyes generado por las primeras. En esta lucha volteó la imagen del libertador en la del tirano, acusándole de quererse proclamar dictador. Aquí radica el problema del desfase que hemos hecho mención, porque el libertador llega a pensar que estas nuevas naciones son inmaduras para dirigirse según ideas democráticas. En palabreas concisas la sociedad no está preparada para ser libre. La sociedad debe emprender ese camino que ya ha sido recorrido por el héroe. En esta visión el héroe que llega con un proyecto social se le transforma en un héroe con un proyecto personal, en donde la sociedad y las élites empiezan a ver en el proyecto ambición e individualidad. Aunque no basta mencionar que está reversión de la imagen forma parte de las élites que quieren detentar el poder. Este desfase puede ser expresado siguiendo a Cruz Kronfly de una manera más condensada y con un lenguaje evocador, en la dicotomía entre una estirpe de héroes que terminadas las guerras empiezan a ser suplantadas por una generación de legisladores “De modo que silenciadas las armas, los héroes se ven de pronto sin lenguaje, sin palabra concreta, pues en los salones de la patria engominados, los sigilosos del orden sustituyen la verdad por la forma, la informalidad por los procedimientos pomposos, la naranja por la cáscara.” (Cruz 1987: 202) Así el desengaño con la sociedad se acentúa cuando ve que la independencia es un cambio de nombre pero no de fondo, y que es un proceso que sus integrantes no han hecho, al contrario de su proceso personal: “Confirmo, ahora, cierta impresión que me van dando las gentes de esta tierra a medida que las conozco y frecuento. Tienen todos un brillante talento y mucha gracia y soltura en su trato, ideas muy poco claras sobre la realidad en que viven, y una oculta y como vergonzosa nostalgia de los fastos virreinales donde, suponen, hubieran gozado, por la prosapia de su nombre y la cuantía de sus bienes, de más brillante fortuna que las que les tocó en suerte después de la independencia.” (Mutis 2002: 128) Aunque claro que el problema puede ser visto con un poco de humor: “Es una burla del destino…Tal parece como si hubiéramos sembrado tan hondo el ideal de la independencia, que éstos pueblos están tratando ahora de independizarse los unos de los otros” (García Márquez 1989: 25) ¿Sin embargo siguiendo a Pineda la imagen de unidad que nunca logró en su vida amorosa no sería sintomática de la imagen de unidad que proponía para las tierras liberadas?
IV
“ ¡Lleven mi equipaje a bordo de la fragata, vámonos, vámonos muchachos que aquí no nos quiere nadie” ( Cruz 1987: 341)
El libertador, cuando se ha alejado la gloria de su cuerpo, cuando sus compañeros de contienda como Santander se han convertido en opositores, cuando su figura ya no parece el busto del César, cuando la agresividad del paisaje abate la conciencia, cuando la desilusión se ciñe sobre su rostro; en últimas cuando ha dejado de ser Bolívar, El caballero de Colombia, el Libertador, emprende el viaje. Su camino es el río Magdalena, río por el cual se construyó Colombia. Parece desandar sus pasos de libertad y ahora su cuerpo recorre la agonía. Seguramente se preguntará ahora después de lograrla ¿para qué la independencia en estas tierras extrañas? Asegura llevar su cuerpo lo más lejos posible, depositarlo al otro lado del atlántico, como si la aventura nunca hubiese iniciado y aún estuviera entre bailes y cócteles en el viejo continente. Pero ¿acaso el tiempo ya lo ha fulminado? ¿y también el pasado y la gloria? Se ha convertido en libertador, ¿pero su empresa no lo ha atado incluso a morir en estos parajes? Tenía el plan de llegar a Inglaterra o Francia tomando como escala Jamaica. Emprender un viajes sagrado, sólo, completamente sólo, sin José Palacios mayordomo de tanto años, sin planes para liberar nuevos pueblos, alejado de todo lo que ayudo a construir algún día. Cambiar de estado como iniciando una nueva vida, tomándose el tiempo del rito que purificaría su ser. Por fin cuando estuviera en el mar, y ojalá en altamar vomitaría. Vomitaría con fuerza lo que ensuciaba su cuerpo y su mente. Sí, lejos de estas tierras, donde recogió y almacenó sus males. El agua se comería la pestilencia, su inmensidad lavaría su rostro.
Y mientras en Colombia en cada pueblo se dibujo un recorrido, imaginario o real al final carece de importancia, porque cuando se llega a una esquina, un cafetín, o un recodo de senderos, se cree convincentemente que tiempo atrás el libertador pasó: como si sus pasos aún nos estuvieran dando la libertad.
La invitación con este escrito es a leer alguno de estos textos, donde literariamente, en forma total y estética, se dibuja nuestro héroe máximo, nuestro héroe fundador, en su humanidad. Y como todo héroe en su inevitable y fatal tragedia.
Cruz Kronfly, F (1987) La ceniza del libertador. Bogotá: Planeta
García Márquez, G. (1989) El general en su laberinto. Bogotá: Oveja Negra.
Mutis, A (2002) “El último rostro” en La mansión de
Pineda Botero, A (2004) El insondable. Medellín: Universidad Eafit.
Santiago Bogoya.
3 comentarios:
Santiago:Felicitaciones por el artículo "Encuentro Literario con el Libertador".A leguas se nota que es un intelectual,gomoso por la literatura,y que importante que me parece que es una persona joven,que rompe el esquema del literato común de la tercera edad.
Es un texto, muy bien logrado; pienso que se puede entrever fácilmente como Simón Bolivar más que un Libertador y Héroe...Era un ser humano que sentía y le dolía ver situaciones que iban en contra de sus ideales....Muchas veces nos olvidamos de ello...Enmarcamos una persona como héroe sin saber siquiera porque se le llama héroe....Muchas veces me he preguntado si la gente que va a la plaza de Bolivar, sabe quien era Bolivar en Realidad?? Tal vez nos limitamos a lo que nos cuentan por esa pereza mental que nos caracteriza...Y textos como este muestran un poco más acerca de ese señor que vemos en bustos y pinturas por todos lados, sin siquiera conocer lo más mínimo de él....También se puede ver el enfoque se se le dá por parte de cada autor que se nos menciona allí, es interesante que aunque se habla del mismo personaje, se toma de diferentes frentes, con el fin de mostrar una cara del mismo, subjetiva a la vez; para tratar de sus puntos de vista dentro de sí mismo...
Gracias.
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