lunes, 24 de septiembre de 2007

La Memoria y de Otros Diarios

Por Santiago Bogoya.
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“Lo que halle particularmente curioso al descubrir estas notas fue que realmente no era ya capaz de recordar cómo había sido mi vida durante la época consignada en este cuaderno, la que reflejé aquí día por día. Y si ya no consigo acordarme de aquella época, ¿adónde se han marchado aquellos días? ¿Hacia donde han desaparecido? Les seguí con los ojos de la imaginación y me llené de tristeza. Al reflexionar sobre esto, me di cuenta de que posiblemente el pasado se aleja de la memoria de los hombres.”

Yasunari Kawabata.

El investigador social se enfrenta constantemente con una serie de conceptos bajo los cuales intenta dar cuenta de aquello que se ha denominado “realidad”. Precisamente al manejar conceptos que son construcciones históricas, se ve enfrentando a las limitaciones temporales que estos conceptos sufren. La investigación en cada época demanda una serie de necesidades que a su vez corresponden con unas visiones de mundo características.

Nuestra época intenta dejar explicaciones e interpretaciones simplistas que reduzcan el panorama a una fórmula química o a una ecuación inmutable. Así actualmente la realidad aparece como un universo donde convive lo contradictorio, lo paradójico, lo dialéctico.

La realidad, por más que su palabra filológicamente denote un singular, es un conjunto de pluralidades entrecruzadas, donde para captar las diversas facetas de la realidad se requiere una mayor apertura hacia formas diferentes de conocimiento y de acumulación del mismo (Bermúdez, Mendoza 1987;49) Así ante el actual investigador aparecen una serie de recursos y fuentes de información que no pueden ser despreciadas. La memoria se convierte en uno de estos recursos y precisamente porque puede funcionar como una realidad distinta, específica que aparece para representar un papel esencial en la definición de la identidad de los grupos sociales (Wachtel 1999) En la presente reflexión abordaremos esta palabra y toda su pléyade de significación de la manera más autentica posible, mirando sus limitaciones y alcances.

La memoria ante todo implica tiempo. El tiempo es una construcción que cada grupo en concordancia a su vez con el espacio usa en función de las necesidades, posibilidades y respuestas que se ejercen frente a un modelo económico, cósmico y organizativo. Por eso es necesario tener claro cual es el concepto de tiempo en un periodo histórico determinado, a su vez para un grupo que se encuentra localizado. Por ejemplo la civilización occidental tiene un pasado determinado que no puede volver a existir, en él se han sentado las bases de un tiempo presente que se vive como una gran masa de cotidianeidad y rutina, en la cual se siembran unas semillas para un tiempo futuro imaginado. En esta concepción uno no puede volver sobre sus pasos, pero algunas cosmovisiones presentan el tiempo como un modelo circular donde uno precisamente vuelve a existir y a recorrer un camino, obviamente con las diferencias que presenta cada cosmovisión particular. Esta breve presentación un poco apresurada, tiene como intención dar cuenta que así mismo como no existe un único tiempo, así mismo no existe una única memoria. ¿Cómo podemos identificar estos diferentes tipos de memoria? Creo que un camino interesante es estudiar los medios en los cuales se almacena la memoria. No solamente la memoria se almacena en el cerebro y se propaga mediante un discurso y la tradición oral, también queda impresa en los documentos escritos propios para este fin, por eso la importancia de los diarios personales. Además participa en la recreación de un cuerpo, una sensualidad y una sexualidad. Pero la memoria también sale del cuerpo y la mente, empieza a expresarse como un uso repetido socialmente que legitima un estado sobre las cosas, empezando a aparecer en las construcciones territoriales y en los objetos de uso cotidiano de un grupo determinado.

Por otra parte la memoria puede ser activa o pasiva dependiendo de su alcance, su uso cotidiano y su significación en la realización de respuestas frente a una realidad presente. Unos recuerdos se almacenan y otros se olvidan. Los mecanismos gracias al psicoanálisis, sabemos, son de una profunda complejidad. Esta disciplina asegura que en el inconsciente nada se pierde, todo queda almacenado allí. En el conciente por otra parte se asiste a esa selección. Sin ir más lejos toda la materia del inconsciente es susceptible de convertirse en una memoria activa. Esto es importante tenerlo en consideración porque la memoria no es estática, precisamente por el tiempo y por tener ese carácter inconsciente/consciente. Un informante en un momento dado puede darnos un relato de su memoria, pero frente a un estímulo sensorial o de otro carácter puede ampliar ese relato con partes que aparentemente había olvidado. Es decir la memoria tiene una parte visible que en este caso podemos llamar activa, y otra “invisible” que denominamos pasiva.

Ahora, quiero tomar el ejemplo del diario personal como una fuente de incalculable valor para el estudio de la memoria. Como hemos venido presentando el investigador tiene relativamente fácil acceso a la memoria activa precisamente por su visibilidad, pero la memoria pasiva representa un reto fascinante: ¿Por qué no ha llegado a convertirse en memoria activa? En su proceso de selección evidentemente las causas sociales se vuelven fundamentales, porque lo que realmente encierran es el privilegio de un tipo de información para permanecer en la memoria. El diario personal reivindica una serie de recuerdos y a la vez recupera otros. Presenta entonces dos problemáticas principales que dependen una de otra, porque evidentemente también existe un panorama social que permite que un tipo de información aparezca en la memoria. Y esto tiene mucho que ver con las necesidades de una comunidad determinada, porque la memoria es en definitiva una estrategia con la cual se vive y se lucha.

Estas consideraciones son importantes en el estudio del cambio cultural. Precisamente porque en procesos de contacto o transformación de una serie de patrones, costumbres, estilos y formas de entender y practicar la vida, la memoria por su carácter temporal adquiere una importante significación en la medida que puede abstraer el proceso y contar un relato a la vez que puede relatar una gran cantidad de episodios de la vida cotidiana productos del cambio cultural. Por eso digo que es una estrategia con la cual los seres humanos enfrentan una realidad determinada privilegiando un tipo de información y ocultando otra, de una manera pasiva o activa en un universo temporal cargado de significación.

Bibliografía.

Bermúdez Suzy, Mendoza Enrique. Etnohistoria e historia social: dos formas de recuperación del pasado. Revista de Antropología vol 3 no 2. Universidad de los Andes. Bogota . 1987.

Wachtel Natham. “Memoria e historia” Revista Colombiana de Antropología vol 35, enero-diciembre. Instituto Colombiano de Antropología. Bogotá. 1999.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Evidencia importante, de la necesidad de escribir y transmitir dichos relatos y cotidianidades a través de los textos, más allá de una tradición oral subjetiva y supeditada a la memoria de unos y a la interpretación de otros; claro esta, sin desmeritar la importancia y la necesidad de la tradición oral, en nuestras culturas.

Me causa especial atención, cuando se nombra el Diario Personal, particularmente creo que dicho ejercicio sería más que enriquecedor no solamente para nosotros mismos, sino para futuras generaciones.

Un conocimiento valiosísimo incalculablemente.

Gracias.

Anónimo dijo...

Se dice que aquellas cosas o sucesos que no fueron tan importantes se esfuman de nuestra memoria; por esto reafirmo lo valioso que es el escribir todo aquello que se nos ocurre o que nos sucede, puesto que esto es una de las únicas cosas que no mueren con el tiempo, y que permanecen como herencia para nuestros sucesores, son activos importantes que pueden permitir que nuestro nombre siga existiendo por siempre, estos son hechos palpables que no se esconden en el inconsciente si no que se revelan tras las palabras.

Anónimo dijo...

Se dice que aquellas cosas o sucesos que no fueron tan importantes se esfuman de nuestra memoria; por esto reafirmo lo valioso que es el escribir todo aquello que se nos ocurre o que nos sucede, puesto que esto es una de las únicas cosas que no mueren con el tiempo, y que permanecen como herencia para nuestros sucesores, son activos importantes que pueden permitir que nuestro nombre siga existiendo por siempre, estos son hechos palpables que no se esconden en el inconsciente si no que se revelan tras las palabras.