viernes, 17 de agosto de 2007

La Otra

Por Alethia Bogoya.
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I

Nadie te conocía. Da lo mismo. ¿Por qué habrían de hacerlo?. Nadie te conoce, es decir, nosotros no te conocemos. ¿Por qué habríamos de hacerlo?. Empezaste a poblar los espacios, los cuartos, primero, el cuarto de mi padre. Él tal vez no se percató hasta cuando todo se convirtió en “la otra” y ya, por supuesto, era demasiado tarde. Después del cuarto de mi padre, vinieron los otros espacios, más complicados aún, la memoria, el pensar, el sentir, los invadiste poco a poco. Mis detractores dirán que no es cierto, que no se puede invadir la memoria de esa forma, que los recuerdos son caprichosos y a veces de improvisto pueblan las noches tristes de cualquier mes. Mis detractores dirían que no es cierto, que el pensar no se cambia así no más, un día cualquiera, habría que leer las teorías antiguas y modernas para saber que nadie obliga a otro a pensar de modo distinto. Mis detractores dirían que no es cierto, que el sentir no se cambia así no más, que hay corazones valientes que logran esconder en lo más recóndito el amor verdadero, que sucumbirá aún su misma muerte. Yo me defiendo, he visto los ojos de mi padre, he visto que no tienen memoria.

II

Nosotros te consideraremos “la otra”, no podrás habitar nuestros cuartos, pondremos cerraduras de variadas formas y tamaños. Los llenaremos con fotografías, retazos de un tiempo que sí existió. Pondremos velas, muchas velas, al frente de la Virgen, para que guarde por siempre, el recuerdo de nuestra madre. No entrarás, lo decidimos desde el momento en qué escuchamos hablar de “la otra”. La noche ya llega y las velas están encendidas.

III

Se esta acercando en mitad de la noche, abre las cerraduras, no importa cuántas hay, apaga una a una las velas. Mis hermanos y yo abrimos al mismo tiempo los ojos, y la miramos. Ella grita, recobrando la calma unos minutos después. Nos mira también y nuestro ojos se vacían, empiezan a borrarse, y nuestros brazos, y nuestro huesos, muy lentamente, desaparecemos de esta noche sin velas, de este fragmento de memoria, de este pasado que agoniza hasta deshilacharse.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Este poema en prosa, que también cuenta una historia, es de una gran intensidad. Entre sus valores, notaría su sencillez. Para decirlo con un verso de Neruda, este poema me parece “claro como una lámpara, simple como un anillo”. El final, a manera de alucinación, enfrenta a los personajes, y recuerda ese misterio que representa el pasado, el pasado que se desmorona.

Anónimo dijo...

Me parece un poema interesante,qué rico que los jóvenes se interesen en escribir poemas con ésta gran sensibilidad.

Anónimo dijo...

Los intrusos llegan sin pedir permiso, se meten por los rincones que menos esperamos, y comienzan a ponderarse de los más débiles, después creen que todo les pertenece, olvidando que en nuestro corazón aún prevalecen los recuerdos bonitos que nos hicieron felices, antes de que apareciera el fantasma que cambiaría la vida de todos…

Anónimo dijo...

"Yo me defiendo, he visto los ojos de mi padre, he visto que no tienen memoria".

Una frase muy profunda y Compleja a la vez.

Gracias.

Anónimo dijo...

Muy buen escrito, muy sentido, con mucha fuerza.
Se nota que fue un sentimiento muy fuerte el que te inspiro a escribirlo.
Ese tipo de emociones son las mejores excusas para escribir.