sábado, 1 de septiembre de 2007

Tierras Olvidadas

Por Santiago Bogoya.
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Hace un tiempo me encontraba de salida de campo. Una noche nos quedamos en Río de Oro, un pequeño pueblo del sur del Cesar. Allí, el rector del colegio (no se si había más) empezó a comentarnos los problemas de la institución y su difícil integración al contexto social de la zona, en gran medida violento. Entre alguna de sus frases un mensaje quedo muy claro:
el gobierno nos exige resultados (en este caso en materia de educación o resistencia ante los grupos que el gobierno ha determinado como terroristas) pero ¿cuándo ha venido a ayudarnos a crear las condiciones básicas para que los estudiantes verdaderamente aprovechen la información que se les está dando, y para que la gente en general apoye al estado en su lucha y no pase a formar fila de estos grupos? Pero más grave aun es ¿cuándo la sociedad se ha preocupado de nosotros, cuándo se ha interesado por conocer la situación de sus tierras olvidadas, periféricas? En este país prima una mentalidad individualista, no hay un proyecto que construya nación a partir de la integración de los diferentes saberes. La institucionalización de la historia, de los modelos de organización, de los planes de urbanización, de los procesos productivos entre otros, han sido desarrollados bajo los parámetros de la exclusión, bajo la mirada atenta de un interés, beneficiando a un grupo o a un individuo. Nuestra nación no se ha construido a partir de la participación, pero más grave aún nuestro sistema educativo no fomenta la participación para generar procesos que construyan sociedad. Parece que lo que buscáramos son las simples respuestas a una situación, el diccionario teórico que contenga una salida para cada conflicto o problema que se genere. Al contrario, la realidad no funciona solamente con base en una teoría, de un diccionario, de un modelo que contenga las instrucciones para armar sociedad. Esto puede ser una guía, pero los procesos locales, las particularidades de la gente que convive en un territorio, son agentes y fuerzas que van moviendo la sociedad, que van construyendo procesos de identidad. Y precisamente estos factores son los que se han intentado obviar, olvidar del panorama político. A esta gente periférica se le recuerda para conseguir votos; se les utiliza como una herramienta para conseguir el interés personal; pero cuándo estas voces vuelven a las tierras que los apoyaron. Al parecer, es natural en un país que está creando unas islas, unos centros donde los distintos poderes se concentran, mientras lo que queda del territorio se va hundiendo poco a poco en un mar de olvido, un mar que lentamente nos va segando y no nos deja ver lo que en sus profundidades se esconde.

Pero más patético aun, es cuando de estas profundidades nos visitan personas, y talvez por estar tan concentrados en nuestras islas, los vemos como sirenas, como personajes fantásticos, graciosos, exóticos. Nos sirven para decir que en el país hay diversidad; el problema es si creemos en una biodiversidad o en una diversidad social. Se utiliza al campesino, al palenquero, al indígena, para mostrar realidades, para decir que el país es pluriétnico y multicultural; pero de qué me sirven estas frases si se convierten en un monólogo, si no se les usa para construir nación, si con ellos no compartimos ningún proceso de construcción de la sociedad. Colombia no se limita sólo a las grandes ciudades pero parece que fuera así, allí es donde se encuentran unas posibilidades, fuera de ellas sólo se encuentra un proceso que repite las condiciones necesarias para ser siempre un excluido, y convertirse solo en una mano de obra, convertirse en el súbdito.

En pocas palabras siempre se exige pero no se apoya, solo se recuerda cuando pasan cosas malas, y se repiten continuamente unas formas que no fomentan el progreso, el cambio, la transformación. Acaso queremos ser parte de la física estática. Ser unos seres que se resisten a vivir en la modernidad y se anclan a las formas estructurales del pasado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Se invierte en guerra, esto es lo único que el gobierno no olvida jamás.
Pero si olvida invertir en educación, en mejorarla, sobre todo en aquellos lugares tan lejanos y llenos de guerrilla.
Un gobierno que sufre de demencia pocos días después de ser elegido, todo es una mentira, una compra del poder (mas de democracia) , para alcanzar beneficios personales, más no el desarrollo de la nación, y con ella el de todos nosotros.
Detrás de ciudades tan grandes, se esconde minas de oro, minas de gente subvaloradas, que también hacen parte de este país, que quieren como cualquiera de nosotros mejorar esa calidad de vida, que se les ha negado, solo por invertir en guerra, en contrabando, en deshonestidad, en DINERO.

Anónimo dijo...

Definitivamente el regionalismo y la centralización de poderes, educación, salud,. recursos...Mejor dicho de todo, son problemas muy graves, a los cuales no se les ha prestado atención; y gran parte de esta desatención, nos va a conllevar a seguir en las mismas o peor, como decía Morphy.

Gracias.