miércoles, 31 de octubre de 2007

El Lector

Por Santiago Bogoya.
______________________________________________

El lector, aquella persona que se encuentra con un texto y empieza a recorrerlo, a trabajarlo, a relacionarlo con las demás lecturas que ha hecho en su vida, a interpretarlo, a mirarlo por un lado, a mirarlo por otro. Se acerca al texto de primero por la información que antemano posee, ya sea sobre el autor, la época, el contexto o asunto sobre el que se trata, o a través de la crítica que se ha hecho del texto y que se tiene presente. Seguidamente, se acerca de partir de sus propias experiencias en la vida. En esta relación que se establece a partir de la lectura, resalta las múltiples aproximaciones que puede contener un libro, en la medida en que múltiples personas lo estudian. Personas que a su vez cambian con el paso del tiempo. La vida de un libro es como la vida de un ser. Mientras ésta transcurre los dos se encuentran con una cantidad de seres que aportan a sus propias estructuras, que modifican sus pensamientos, que intentan decir ¿por qué o cuál es el significado de este pasaje, de este verso? Así, a través del tiempo los textos se transforman, se leen y se miran de distintas maneras. Además los seres como los libros se explican a sí mismos dentro de un sistema de referencialidades, conductas, patrones que se encuentran determinados por el contexto dentro del cual se inscriben, es decir, dentro de los valores culturales propios de ua identidad y una identificación. El conocimiento humano actual, es contradictorio “como estructura educativa” a la sociedad, porque ésta es una totalidad mientras que el primero esta construido bajo categorías y clasificaciones, y en este sentido cuando una persona se acerca a un libro se acerca desde una categoría o desde la otra, lo cual configura sólo un espacio de la gran cantidad que puede contener su existencia. La pluralidad y la diferencia de un contexto, atravesado por especialidades y temporalidades distintas, enmarañado con algún rasgo de originalidad “propia” de la individualidad, permite que no exista una única posibilidad que contenga toda la razón, la expresión, la realidad contenida en una línea, en un verso, en un poema, o en un libro, sino que al contrario coexistan una serie de interpretaciones que a la vez que son completamente válidas, se complementan entre sí.

Este problema de la multiplicidad del texto plantea un reto al lector académico, porque al acercarse a textos producidos fuera de sus valores y cultura propia, debe entender que las dinámicas sobre las cuales se pueden sustentar acciones ese espacio de antemano plantean la diferencia. Pero ¿es posible separarnos “objetivamente” de nuestros valores para interpretar “correctamente” un texto? Por eso, talvez, el libro como sugiere Borges, sólo existe en la medida que se lee, antes no existe un contenido, un mensaje o un significado. El significado se construye en la lectura. Y no desde el oscuro rincón de un autor que desploma tinta sobre el espacio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pienso,que se es buen lector cuando en ese diálodo con el autor,prima el disfrute de la lectura.

Anónimo dijo...

creo que nuestro pensamiento, influenciado seguramente por la moral cristiana, de buenos y malos, ganadores y perdedores, construye la "buena" lectura bajo unos valores hegemónicos. El punto que quiero ilustrar es que la lectura no es un problema de lo bueno o malo, sino de construcción de un significado. Hay que dejar de lado las ideas de maniqueistas, de lo bueno y lo malo, porque están llenas de un significado cultural que le imponen a la lectura, de antemano, una dirección. Pensar en "buenos" o "malos" lectores corresponde generalmente a estructuras por fuera de la lectura misma.