lunes, 8 de octubre de 2007

Conjuro, Palabra, Acción

Por Santiago Bogoya.
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En el capítulo X de El horror de Dunwich, cuento escrito por H. P. Lovecraft, llegamos al desenlace de una trama marcada por el misterio, el terror, la magia, y sobretodo la palabra y la acción. Tres investigadores universitarios: el Dr. Armitage, el Dr. Morgan, y el profesor Rice, se encuentran subiendo una montaña, intentando interceptar a un monstruo, desencadenado a partir del conocimiento en las artes ocultas y las tradiciones mágicas antiguas del viejo Watheley y su nieto Wilbur, ser que como hemos descubierto momentos antes, era en esencia de otro mundo. La tensión crece puesto que el horror esta desbastando la pequeña comarca, y los investigadores después de estudiar a fondo el diario de Wilbur, creen haber encontrado un conjuro capaz de detener el horripilante ser creado para exterminar la especie humana, sin embargo su efectividad no está comprobada. Con este preludio se menciona: Todos tenían la impresión de hallarse muy próximos a fases de la naturaleza y de la vida absolutamente extraordinarias y radicalmente ajenas a la existencia misma de la humanidad En este sentido, el conjuro, la acción que se quiere ejercer a partir de la gesticulación (acompañada de movimientos del cuerpo) entra en un campo que sobrepasa la vida cotidiana; entra en un recinto sagrado con significados inalcanzables, es decir, significados que escapan de la dimensión humana del entendimiento, aunque quizá la función no es precisamente el entendimiento, sino al contrario, la acción eficaz que reprima el mal que se está padeciendo, o del cual se quiere proteger. Pero no todas las personas tienen la capacidad de pronunciar conjuros. En el caso del cuento, el conocimiento universitario, profundo en tradiciones, libros, y lenguajes antiguos y profanos, permite a estos investigadores conocer las claves e intentar poner en escena el conocimiento sobre conjuros para transformarlos en acción. Pero en otros casos, como por ejemplo la selva amazónica, este conocimiento representado en el chamán deviene de tradición o de ciertas cualidades que la persona tiene, es decir aptitudes para convertirse en chamán, portador y recreador de una cultura y tradición particular.

Mientras tanto ya en la montaña, cuando interceptaron los investigadores el paso del monstruo, los hombres de la comarca que no habían subido la montaña veían: Uno de los hombres, parecía alzar los brazos por encima de su cabeza a intervalos rítmicos… creyeron oír un tenue sonido cuasi musical a lo lejos En este pasaje el conjuro se pone en marcha. Captamos la musicalidad y la plasticidad con que van acompañadas las palabras que se desencadenan como una melodía que va curando a su paso levantaban los brazos al compás de las palabras del conjuro A la par el frenesí creciente del conjuro va mostrando la intensidad con la cual se ataca el mal y se prepara para dar la estocada final. Presenciamos el éxtasis de un momento límite: la culminación de la acción mediada por palabras acompañadas de música y corporeidad. Se alza el momento trágico, se está a un paso de un desenlace favorable.

Aquí la efectividad del conjuro es ambigua, no se conoce desde el principio. De todas formas, los conjuros son formas narrativas que se transmiten en el tiempo, donde su efectividad esta medida por la tradición y la creencia en esta tradición. La narrativa funciona como una estrategia que la humanidad utiliza para enfrentar la adversidad; las palabras mágicas son las acciones que el ser humano tiene para enfrentar esta sobrenaturalidad o el desconocimiento de la naturalidad. Siguiendo con el cuento, capítulos antes al episodio de la montaña, asistimos al estudio del diario de Wilbur. Allí se relata que muchos lingüistas y expertos en criptografía no daban con la traducción del texto. Pero el Dr Armitage, obsesionado con el caso de Wilbur, (pues el mismo Wilbur había intentado robar el Necromonicón, ante la negativa del doctor de prestarle el libro porque lo había visto hojeando un conjuro que abría las puertas a seres malignos), se empeña en traducir el diario, partiendo de la hipótesis que esta escrito en inglés, es decir, en la lengua nativa. Encontramos la transformación o la recreación de un código (que se basa en una lengua), de una manera particular y única, en espacios rituales y mágicos, que se diferencian con el uso común de una lengua en espacios o actividades cotidianas.

Desde esta perspectiva, es relevante el análisis que se propone en el libro Etnología y Lenguaje, Calame-Griaule, Del discurso enfocado desde dos puntos de vista: su contenido y la forma en que se dicela palabra es a veces sinónimos de acción emprendidael objeto significa, asimismo, palabra porque bajo el punto de vista técnico representa una manifestación del individuo. La palabra se convierte en una manifestación del ser. Todo lo que rodea al humano es capaz de traducirse en palabras y de manifestarse mediante ellas. Usamos las palabras en la comunicación, es decir en la sociedad. Con ellas nos integramos dentro de una comunidad o apartamos de ella, cultural, económica, religiosamente. Con las palabras estamos haciendo cosas constantemente. Y en ciertos momentos un “sí, acepto” transforma completamente la vida como en el caso del matrimonio, teniendo en cuenta que en la vida cotidiana, paso a paso, con las palabras vamos creando acciones en nuestra vida que nos conducen por una serie de posibilidades. La etnografía del habla, plantea que con las palabras nos definimos a nosotros mismos, expresamos nuestro saber, nuestra esencia. Fuera de ellas no existimos. Es un saber y uso que por un lado lo proporciona el conocimiento de una lengua y por otra parte las diferentes experiencias que se han vivido con ese repertorio. Experiencias que van desde lo mas íntimo del individuo hasta la interacción social del colectivo. Así la palabra está transmitiendo una pléyade de cosas: significados, formas, experiencias, saberes, estrategias con las que un pueblo se enfrenta a la adversidad de la naturaleza y la vida social. En este sentido, los conjuros, hechos en su base de palabras, además de tener el fin de controlar, prevenir, o desaparecer cierta adversidad, están transmitiendo una cultura y a su vez están recreándola. Duranti, en su libro Antropología Lingüística, señala que las palabras mismas pueden verse como acciones, y las acciones deberían ser, entonces, unidades de análisis para el estudio antropológico del uso del lenguaje. Acciones que son lengua, que son conjuro que son cultura. En el epígrafe del capítulo 7 de este libro aparece un cita del Fausto de Goethe:

Escrito está: En el principio era la palabra...Aquí me detengo ya perplejo. ¿Quién me ayuda a proseguir? No puedo en manera alguna dar un valor tan elevado a la palabra; debo traducir esto de otro modo si estoy bien iluminado por el espíritu. Escrito está: En el principio era el sentido...Medita bien la primera línea, que tu pluma no se precipite. ¿Es el pensamiento lo que todo lo obra y crea?...Debiera estar así: En el principio era la fuerza...Pero también esta vez, en tanto que esto consigo por escrito, algo me advierte ya que no me atenga a ello. El espíritu acude en mi auxilio. De improviso veo la solución y escribo confiado En el principio era la Acción

Bibliografía

Calame-Griaule, Genevieve. Etnología y lenguaje. Editora Nacional, Madrid. 1982.

Duranti, Alessandro. Antropología Lingüística. Cambridge. 2000

Lovecraft, H. P. El horror de Dunwich. Alianza editorial, Madrid. 1993

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Existen ciertas maneras de dar explicaciones aquellas cosas sobrenaturales que nos inquietan, estas explicaciones van antecedidas de algo realmente importante como lo es la FE, esta última hace que las incógnitas que nos atormentan se empiecen a esclarecer un poco, aunque no en su totalidad.
Una de estas explicaciones han sido los conjuros que han existido desde siempre según la historia, por ejemplo muchos de nuestros abuelos cuando veían que la lluvia iba a caer, repetían un conjuro algo extraño acompañado con cierto movimiento de manos, que hacía que el agua se desviara y no cayera sobre sus cosechas y las dañara.

Anónimo dijo...

la palabra es creadora, y cuando va acompañada de sentimientos con contenido, crea una accion tremenda que puede corporizar aquello que uno lo decreto, por ello es que estos conjuros siempre existieron.vilma t.