sábado, 21 de julio de 2007

Mao Tse Tung

Tomado de http://www.portalplanetasedna.com.ar/m3_2.htm

Mao Tse-tung, revolucionario, teórico y estadista, fue durante décadas el líder indiscutible del comunismo chino. Su papel fue crucial en la creación y primer desarrollo de la República Popular China

Su Juventud

Mao Tse-tung era hijo de un campesino relativamente próspero de Shao Sahn, provincia de Hunan. Obligado por su padre a abandonar los estudios para trabajar en la granja familiar, el joven Mao escapó de su casa, yen 1911 ingresó en la escuela secundaria de Changsha, donde entró en contacto con la cultura occidental y con las ideas del nacionalista Sun Yat-sen. Ese mismo año estalló la revolución de Wuhan, que acabaría sustituyendo a la dinastía Manchú por un régimen republicano. El joven Mao se enroló en el ejército revolucionario durante seis meses, en los que se forjaría su admiración por los líderes militares y su nacionalismo. Vuelto a la escuela de Changsha, completó sus estudios mientras colaboraba con la revista Nueva Juventud (1915), dirigida por Chen Duxiu, que criticaba el lastre que las viejas tradiciones chinas suponían para el desarrollo del país. También por esa época Mao comenzó sus actividades políticas fundando varias asociaciones estudiantiles, como la Sociedad de Estudios del Nuevo Pueblo. En 1918 obtuvo el puesto de bibliotecario en la Universidad de Pekín, donde recibió la influencia de Chen Duxiu y de Li Dazhao —introductor de los estudios sobre el marxismo— y profundizó en sus lecturas revolucionarias. Mientras pasaba una temporada en Changsa, estalló el movimiento revolucionario del 4 de mayo (1919), opuesto a la imposición de mandatos japoneses en China por el tratado de Versalles. A lo largo de estas protestas los radicales chinos derivaron hacia el marxismo-leninismo y el abandono de la cultura tradicional china; aparecía una nueva generación en la escena política. Mao organizó actividades revolucionarias en Changsa y fundó la rama local de la Liga de Jóvenes Socialistas (1920).

El PCC y el Kuomintang

En 1921 se convirtió en uno de los miembros fundadores del Partido Comunista Chino (PCC). Poco después se produjo la alianza con el Kuomintang de Sun Yat-sen (1923), con el objetivo común de «derrocar al imperialismo». Mao pasó a ser miembro de la directiva del partido. Convencido del potencial revolucionario de la población campesina, en la Encuesta sobre el movimiento campesino en el Hunan (1927) reflejó su convicción de que el mundo rural podía ser la fuente del resurgimiento chino.

La muerte de Sun Yat-sen (1925) propició la ascensión en el Kuomintang del general Chiang Kaishek, que unificó a las fuerzas conservadoras del partido y alejó del poder a los izquierdistas. A pesar de ello, tanto los comunistas chinos como la URSS continuaron colaborando con el Kuomintang, en la esperanza de alcanzar juntos los fines revolucionarios. En 1926 Jiang emprendió una gran expedición hacia el norte para someter a los de la Internacional Comunista, en llevar la lucha a las grandes ciudades; esto provocó nuevos desastres, y Mao ordenó la retirada de sus fuerzas, oponiéndose a los dirigentes del PCC (1930). Vuelto a su base de Jiangxi, reorganizó sus fuerzas y rechazó varias ofensivas nacionalistas. En 1931 se convirtió en presidente de la República Soviética China de Jiangxi, aprovechando la distracción de las fuerzas nacionalistas por la invasión japonesa de Manchuria.

La Larga Marcha y la Guerra Chino-Japonesa

La masiva campaña militar emprendida por Chiang (1934) desalojó a los comunistas de Jiangxi. 100.000 militantes emprendieron junto a Mao una Larga Marcha de 10.000 km hasta encontrar un nuevo refugio en Yan’an, al noroeste (1935). Durante su transcurso, Mao se hizo por fin con las riendas del PCC y consiguió restaurar la moral y el espíritu combativo de los 10.000 soldados que llegaron al final del viaje.

Ante la invasión japonesa, que desde 1937 pretendía controlar toda China, el PCC y el Kuomintang unieron sus fuerzas contra el enemigo común. Durante la guerra chino-japonesa (1937-1945) los comunistas lideraron la lucha contra el invasor, aumentando su popularidad, completada con reformas agrarias favorables al campesinado. Al mismo tiempo aumentaron sus efectivos militares. En esos años Mao escribió varias obras: Problemas estratégicos de la guerra revolucionaria en China (1936), Sobre la práctica, Sobre la contradicción (1937), Sobre la guerra prolongada y La nueva democracia (1938). Por esa misma época comenzó un proceso de «sinización» del marxismo, que buscaba su adaptación a la realidad china frente a las tesis dictadas en Moscú. Su campaña de rectificación (1942-1943) le sirvió para educar a los nuevos militantes comunistas y para restar influencia a los líderes pro soviéticos, reforzando su poder personal sobre el partido, del que se convirtió en presidente en 1943.

La guerra civil y el nacimiento de la República Popular

Tras la derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial y su retirada de China, el PCC y el Kuomintang reiniciaron la guerra civil (1945-49). A pesar de la superioridad d sus fuerzas y del apoyo estadounidense, el Kuomintang fue perdiendo terreno ante los comunistas, que, incluso sin el apoyo soviético, contaban con una superior organización, el apoyo de millones de campesinos y la buena disposición de la población de los territorios que controlaban. La brutalidad, el despotismo, la corrupción y los errores militares del régimen nacionalista fueron sus peores enemigos; tras sucesivas derrotas, en 1949 sus líderes abandonaron el continente, estableciendo un nuevo Estado en la isla de Formosa (Taiwán). El 1 de octubre Mao proclamó en Pekín la República Popular China y se convirtió en el jefe del gobierno. Ese mismo año había publicado "De La Dictadura Democrática Popular", donde establecía las bases del gobierno popular y prevería la eliminación de los «enemigos del pueblo». La represión de los elementos contrarrevolucionarios se llevó a cabo masivamente en 1951. Al mismo tiempo se emprendió la ingente tarea de la reconstrucción económica y la modernización del país, adoptando para ello el modelo soviético de planes quinquenales (1953).

De las Cien Flores a la Revolución Cultural.

Presidente de la República desde 1954, al año siguiente Mao anunció el abandono del modelo soviético de desarrollo, convencido de que la colectivización agraria debería extenderse por todo el país para mejorar las condiciones de vida de la población y lograr una transformación social. Para Mao la movilización social era el requisito necesario para el progreso técnico, y no al revés. Se apoyó en los cuadros provinciales y locales para vencer las resistencias en el seno del comité central del partido. Con la campaña de las Cien Flores (1956-57) intentaba atraerse a los intelectuales y a las clases no revolucionarias, permitiendo la libre expresión de sus ideas. Pero cuando la libertad de expresión se tradujo en críticas al poder del partido y su dirigente, Mao suspendió rápidamente el experimento. Su siguiente campaña, el Gran Salto Adelante (1957-58), pretendía multiplicar la producción agrícola e industrial, mediante vastos proyectos de colectivización. Pero los problemas técnicos y de planificación y la retirada de las ayudas soviéticas provocaron una grave crisis económica. Mao renunció a la presidencia de la República (1958), pero seguía al frente del partido. Ante la creciente oposición en el seno de dicha organización, Mao comenzó a apoyarse en el ejército y en su jefe Lin Piao (1960). En 1963 se produjo la ruptura con la URSS; la nueva situación de distensión Este-Oeste y la insistencia soviética en que China redujera su agresividad regional convencieron a Mao de que la URSS había traicionado los principios de la revolución, y de que China debía asumir el liderazgo comunista, especialmente en el Tercer Mundo.

La necesidad de superar los desastrosos efectos del Gran Salto Adelante obligó a Mao a tolerar los planes de recuperación económica apoyados por Liu Shaoqi (nuevo presidente de la China) y Deng Xiaoping, abandonando su sueño colectivista. Sin embargo, a partir de 1962 intentó oponerse al «desviacionismo capitalista» de las nuevas políticas. Por ello desarrolló un Movimiento de Educación Socialista, con escaso éxito. La ruptura entre Mao y sus críticos, encabezados Liu Shaoqi y Peng Zhen, estalló en 1965. Desde Shangai, Mao preparó un proceso de depuración ideológica, conocido como la Revolución Cultural proletaria. Pretendía devolver la voz y el poder al pueblo, frente a las burocracias del partido. Decenas de miles de Guardias Rojos, jóvenes aleccionados con la lectura del Libro rol (colección de citas de Mao publicada por primera vez en 1964) destruyeron todo indicio de burocratización y aburguesamiento en el partido y el Estado. Este proceso sirvió también para eliminar, incluso físicamente, a todos los elementos críticos y a los que se oponían a la idea de revolución constante de Mao, o simplemente a su creciente poder personal.

El reflujo

Pero el cuestionamiento de toda autoridad implicaba el riesgo de anarquía, y a partir de 1969 Mao se apoyó cada vez más en el ejército frente a los comités revolucionarias populares. El IX Congreso del PCCh (abril) restableció en sus cargos a muchos de los antiguos dirigentes, aunque tendrían que compartir el poder con las nuevas fuerzas emergidas de la Revolución Cultural. El nuevo primer ministro Chou E: nlai fue el encargado de diseñar una fórmula de compromiso entre el partido, los comités revolucionarios y el ejército, que se rompería a favor del primero en 1971. Durante esos años también se produjo una apertura al exterior, la RPCh ingresó en la ONU (1971) y Mao se entrevistó con diversos mandatarios de potencias capitalistas. Sus últimos años estuvieron presididos por la lucha en torno a su sucesión. Tras la muerte de Lin Piao (1971) y Chou Enlai (1976), el grupo pragmático encabezado por Deng Xiaoping logró desbancar a los radicales de la Banda de los Cuatro. A pesar de la campaña de «desmaoización» tras la muerte del histórico dirigente (9 de septiembre de 1976), éste permanece como símbolo de la nueva China.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es muy rescatable el común denominador de los hombres que han hecho historia a través de los tiempos,que es la tenacidad y la perseverancia cuando se tienen objetivos claros.

Anónimo dijo...

Para lograr cambios drásticos de este talante, se necesita mucho más que idealistas y dictadores socialistas; para que este proceso pueda ser duradero y sobre todo sostenible en el tiempo.

Gracias.