viernes, 18 de abril de 2008

Robert Gabriel Mugabe, el eterno señor de Zimbabue

Tomado del diario El Tiempo
Marzo 29 de 2008

A pesar de que los ingleses le dieron la soberanía al país africano en 1980, este aún no logra independizarse del único hombre que lo ha gobernado desde entonces.

El líder, que el pasado 21 de febrero cumplió 84 años, 28 de los cuales detentando el poder, se niega a dejar la silla presidencial. No le importa ser uno de los jefes de Estado más ancianos del mundo. Para los suyos, tiene la fuerza para gobernar 6 años más, hasta los 90.

Por eso este sábado, cuando alrededor de 5,9 millones de zimbabuos participaban en las elecciones generales, Mugabe aspiraba a ser reelegido por sexta vez contra el empecinamiento de tres candidatos opositores, a los que califica de 'putas sin clientes': Morgan Tsvangirai, jefe del Movimiento para el Cambio Democrático (MDC); Simba Makoni, el ex ministro que desertó de las filas de Mugabe, y Langton Tungana, un recién llegado a la arena política.

Y según las encuestas, ganaría en primera vuelta con entre el 56 y 57 por ciento, contra 26 de Tsvangirai, y 13 de Makoni. Si no, tendría oportunidad de una segunda ronda en tres semanas.

La pobreza

El escenario de los comicios no pudo ser más dramático. Zimbabue es uno de los países más pobres del mundo. Su hiperinflación, que supera el 100 mil por ciento, hace que una hogaza de pan valga en la mañana 7 millones de dólares (de Zimbabue), y en la tarde, probablemente, 25 millones, el equivalente a un dólar americano.

Pero no es el único problema. El país se debate entre la vida, la miseria y la muerte: más de un millón y medio de sus 13,1 millones de habitantes están infectados con VIH, y solo unos 65 mil reciben medicación por parte del Estado. El 80 por ciento de la población vive bajo el umbral de la pobreza, y los productos básicos escasean, al punto que las barras de jabón se fraccionan y se venden por pedazos, y el aceite de cocina se comercializa por cucharadas.

Pero Mugabe gobierna entre la admiración de miles de sus seguidores, que lo ven como un estadista pragmático y carismático y, ante todo, como el héroe de la guerra de independencia (1972-1979) que puso fin a la hegemonía blanca en 1980.

Es normal, entonces, que Mugabe, comandante caballero de la Orden de Bath (1994), un título honorífico de la Corona Británica, viva plácidamente en una mansión de 25 habitaciones en los suburbios de la capital, Harare, acompañado de Grace, su segunda esposa, 40 años más joven que él. Ella era su secretaria en tiempos de su primera mujer. Pero hoy -dice Mugabe en tono de broma-la pasión por el lujo de Grace lo agota. Cómo no, si la señora se hizo célebre por gastar, en una sola tarde de compras, alrededor de 100 mil euros (cerca de 300 millones de pesos).

Pero al otro lado de la historia, miles de zimbabuos lo señalan como el responsable de llevar al país a la catástrofe: "Mugabe fue uno de los héroes de la lucha por la liberación del país, pero actualmente existe una lucha mayor, la lucha por la supervivencia, y él nos está matando", le dijo Gladis Sithole, una vendedora ambulante madre de tres niños, al medio Nuevo Herald, de Miami.

En el mismo artículo, Raymond Majongwe, secretario general del sindicato de profesores progresistas, señalado de apoyar al opositor Tsvangirai, sentenció: "Solamente un idiota creería que Mugabe no ganará las elecciones. Y por ganar me refiero a robar".

Hijo de un ebanista rural de la tribu zezeru (subgrupo de los shona, etnia mayoritaria en el país), Mugabe presume de una extensa formación académica, hecho que contrasta con su principal opositor Tsvangirai, el mayor de nueve hermanos que por culpa de la pobreza no pudo ir a la universidad, y que se postuló por segunda vez a la presidencia, pese a que por su resistencia al Gobierno, la Policía lo apaleó sin piedad el año pasado. Para Mugabe, todos sus rivales de turno no son más que "lamebotas de los británicos, traidores y prostitutas políticas".

Con estudios

Se educó en la Escuela misionera Empandeni, que los jesuitas tenían en Kutama, ciudad en la que nació y en la que al mismo tiempo recibió el primero de sus siete títulos. A los 17 años se desempeñó como profesor en Rhodesia del Sur (como se le conocía a Zimbabue cuando era colonia británica), y posteriormente estudió economía en la Universidad de Fort Hare, en Suráfrica. En 1958, mientras dictaba clases en la capital de Ghana, Accra, se casó con una maestra local.

Ferviente católico, comenzó su vida política como relacionista público del Partido Nacional Democrático (NDP), dirigido por el líder negro de Rhodesia, Joshua Nkomo. Tras fundar la Unión Nacional Africana de Zimbabue (Zanu), terminó creando la guerrilla más grande de África, el Ejército de Liberación Nacional Africano de Zimbabue (Zanla), brazo armado del Zanu, que encarnizó una sangrienta batalla contra el gobierno de apartheid de los blancos, el uno por ciento de la población.

Después de cruentas batallas, Mugabe logró un acuerdo de paz en 1980, que puso fin al dominio blanco y transfirió el poder a los negros. Desde entonces, asumió el control del país, primero como primer ministro y posteriormente, en 1987, como presidente ejecutivo.

De héroe a verdugo

En los primeros años, Mugabe instó a los granjeros de origen británico a que se quedaran en el país. De esa manera consiguió que Zimbabue se convirtiera en uno de los mayores productores agrícolas de África. Desarrolló una política de sanidad y educación que sus propios adversarios reconocían ejemplar, y abrió a la inversión extranjera la economía del país, una de las más competitivas del continente hasta los 90. Ese estado de gracia le permitió organizar, a principios de los ochenta, la matanza de 20 mil disidentes miembros de la etnia Ndebele, en la provincia de Matabeleland, sin ganarse una condena general.

Su popularidad llegó a tal punto, que entre 1984 y 1990 recibió los títulos de Doctor Honoris Causa de las universidades de Edimburgo, Massachusetts y Michigan State, por su contribución a la educación en África.

Pero la época de las vacas gordas terminó a finales de los 90, cuando emprendió una agresiva reforma agraria para corregir el desequilibrio que suponía que 4.500 blancos tuvieran la propiedad del 32 por ciento de las fincas cultivables, mientras que millones de habitantes negros vivían en la extrema pobreza.

En el 2000, tras fracasar en un referéndum en el que proponía un proyecto de reforma constitucional para incrementar sus poderes, y confiscar las granjas de los blancos por decreto, grupos de militantes del partido oficial destruyeron la base agrícola del país al expropiar a la fuerza las fincas de los blancos. En consecuencia, Zimbabue dejó de ser el granero de África y se convirtió en un Estado policivo.

A lo largo de los años, el poder se convirtió para Mugabe en una obsesión. Le prohibió a la oposición difundir sus actos políticos en los medios de comunicación y sólo hasta hace muy poco les autorizó realizar mítines de campaña electoral.

Su gobierno ha sido fuertemente criticado por la comunidad internacional, al igual que los comicios en los que ha salido reelegido. La Unión Europea y Estados Unidos impusieron sanciones a Zimbabue tras determinar que Mugabe cometió fraude para ser reelecto en el 2002.

Por las acusaciones en su contra, el mandatario prohibió el ingreso de observadores para vigilar estas elecciones. Solo delegados de amigos como Irán, China, Venezuela, Rusia y la Unión Africana fueron invitados.

Ya hay voces dentro de su partido que se están alejando del líder y, por lo pronto, la Universidad de Edimburgo ya le revocó el Honoris Causa. Las otras dos universidades, lo estudian.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y pensamos que nuestro país es el más corrupto, increíble que hayan situaciones tan caóticas.

Anónimo dijo...

Definitivamente el poder y sobre todo el maldito dinero ciega a los hombres, sin importar el daño que puede llegar a causar a otros seres humanos inocentes que deben pagar con hambre, frío, tortura y muerte, la ambición de quienes no han logrado entender que el pueblo los ha colocado en estos cargos, no para que se llenen de dinero, sino para que luchen por el pueblo, lo ayuden a crecer y mejor continuamente.

De pronto lo más triste es ver como juegan con la confianza de un pueblo, como mientras este último se muere de hambre, el presidente solo piensa en satisfacer sus necesidades sexuales, y vivir en una mansión donde el es una aguaja en tan inmensa casa... Nooooo no, que injusticias, porque se inventaría el diner?? para que?? si lo único que causa es dolor y muerte?????