sábado, 28 de junio de 2008

¡El gobierno no es Responsable!

Tomado del Bog Colombia Hoy

Por: Lilí Marlén


Resulta cruelmente estúpido aceptar que los pueblos se condenen a sí mismos a repetir, una y otra vez, los mismos tipos de gobierno, con las mismas ideas que producen irresponsablemente las mismas consecuencias miserables para el espinazo de los pobres. Y la sociedad considera, - ¡siempre considera!- que el gobierno no es el responsable.

Aceptamos que los políticos asuman los cargos de mayor responsabilidad y no les exigimos que rindan cuentas por las obligaciones de su cargo y ellos manifiestan autoridad que les otorgamos con tal arrogancia que descalifican a sus opositores como si la autoridad que ejercen sobre el país les viniera del derecho natural. ¿Por qué culpar al gobierno? El gobierno no es responsable.

Una complicidad tácita o expresa se afinca entonces en la mente de las gentes cuando consideran que de todos los males previsibles, nuestros gobiernos no son responsables. El desplazamiento de pueblos enteros, el déficit alimentario, las tragedias por la explosión anunciada de volcanes, los derrumbes y las inundaciones crónicas y cuyos desmadres sufrimos siempre los mismos sin que aquí haya alguien responsable. Todos los gobiernos encontraron la situación así y tal cual la transmiten al sucesor.

La "democracia" colombiana elige hombres unos más autoritarios que los otros, a veces hasta de corazón violento pero con un poder casi omnímodo y luego les deja las manos libres como si al elegirlos les diera un cheque en blanco para que ellos lo llenen y usen a su antojo. Modifican la Constitución, la suspenden, la violan o la amañan pero nunca en interés del pueblo. Y aquí nadie es responsable. Usan y abusan de la producción de decretos en cadena lo que desdibuja el espíritu de la democracia. Encubren o alcahuetean a quienes atropellan los sectores rurales y populares. Condecoran a los "pacificadores" artífices de la violencia. Y aquí nadie sabe nada y nadie es responsable.

Se hacen elegir y reelegir sin miramientos éticos y saltándose a la torera las interdicciones del código penal. Se entregan entre sí embajadas y otros cargos a cambio de apoyos y votos pocas veces honorables. Pagan cabildeos para vender el país en almoneda y para asegurarse de sus resultados, destruyen los derechos penosamente adquiridos por las clases trabajadoras, a quienes nadie defiende. La culpa no es del gobierno, éste no es responsable.

Mientras tanto, conceden beneficios fiscales a los afortunados o a las multinacionales que pagan salarios indignos y constriñen el derecho sindical. ¿Cómo puede ser responsable el gobierno de tal situación?. Dichas multinacionales tienen tantos derechos y libertades que hasta avergüenzan a las gentes de los países de origen y es de allí muchas veces de donde vienen los cuestionamientos porque aquí nadie es responsable.

Dejan la solución de los conflictos por causa de la tierra, en manos de un ejército genocida, como es el nuestro, acostumbrado a tirar contra su propio pueblo. El gobierno luego los encubre pero no se hace responsable.

Existe en buena parte de la población, donde hay tanto ignorante y empapado de alcohol, la creencia de que cuando el gobernante va a entregarle la limosna por la condescendiente caridad cristiana del elegido, ése si que es buen presidente porque piensa en ellos y ¡que mi dios se lo pague!. El pueblo no tiene conciencia de que le asiste el derecho a formar parte de la vida nacional, que es su deber hacerlo no sólo por el bien de los suyos sino también por el de la democracia. Ignora que vender el voto es el látigo que lo condena porque son justamente esos que compran los que explotan su miseria siendo interés de los compradores mantenerlo en la ignorancia.

Las leyes represivas han sido la respuesta más expedita para sofocar las frustraciones y evitar la búsqueda de soluciones a tantos males crónicos que se han venido acumulando con el paso de los años y de los gobiernos irresponsables que se apoyan en el ejército para que los resuelva a su manera.

Faltan acueductos, la miseria del cuerpo y del alma se acumula en los cinturones que rodean las ciudades y pueblos. Al campesino se le excluye de la creación de la riqueza. Es patente la falta de una Seguridad social para todos – de viviendas dignas, el trabajador pervive y se humilla para conservar o conseguir empleo. Para resumir: carecemos de todo cuanto debe proporcionar un Estado de derecho.

Nuestros gobernantes siempre han privilegiado el Estado de las Armas, el de la fuerza bruta y el que protesta se transforma en el enemigo interno. Por eso no faltan leyes de la defensa nacional ni leyes Heroicas ni pactos interamericanos ni estatutos de seguridad ni seguridad democrática, ni planes Colombia, lazo, Patriota etc.…que se chupan la inversión social pero aseguran que el crecimiento económico se quede entre los ricos. Esas leyes están dictadas por Washington, redactadas en inglés y traducidas al español para que el mandatario colombiano ponga la firma. Lo único cierto en ellas es que, para nosotros, no son más que entregas de soberanía y cuchillo para los de abajo. Sin embargo aquí nadie es responsable.

Los militares y paramilitares norteamericanos entran y salen del país sin que ningún funcionario del Estado tenga el derecho de controlarlos, ni sus aeronaves ni sus alijos. Tienen protección de la embajada y sólo responden por sus actos, cualquiera que sea, directamente ante el Pentágono y el Departamento de Estado, tanto ellos como los asesores militares y las empresas de la guerra e inteligencia instaladas en el territorio. Ningún colombiano, ningún magistrado, ningún congresista sabe en realidad cuántos son, cuánto se quedan y que se llevan.

Somos tan dependientes que para que en este país se proteja a los sindicalistas o a los defensores de los derechos humanos es preciso ir a poner la queja en Washington. De no hacerlo no la escucharían en Colombia.

Aquí nadie es responsable porque carecemos de conciencia ciudadana porque aquí cada cual va a lo suyo -, a su puesto, a su casa -y si yo estoy mejor es que en el país todo está mejor y si las cosas salen mal la culpa no es del gobierno.

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