Por Santiago Bogoya.
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SEGUNDA PARTE
Breviario
Habías pasado varias noches encerrado en el estudio, haciendo quien sabe qué y cuando salías a dormir en la hamaca sólo decías “ya casi la tengo” ¿tener qué? Ahora comía sola; el comedor se presentaba ante mi como una tumba, solitaria, fría, lúgubre. Te dejaba un recipiente al lado de la puerta, al frente hubiera sido una tontería, al día siguiente el reguero parecería una nebulosa, si no estuvieras en tu hamaca entonces podríamos dibujar estrellas e imaginar tribus creando mapas celestes, la historia antes de ellos, la de sus antepasados, la de sus dioses. Pero al subir por las escaleras veía la baldosa como ayer y también el recipiente, desecho por que nadie le echó un vistazo. Entonces salías y decías “ya casi la tengo” Ahora dormía sola; mis parásitos extrañaban la simbiosis y mis ojos no entendían por qué, al voltear, la mitad de la cama estaba contenida sólo por aire, silencio, ausencia. Tu pijama seca del sudor no hablaba; inmersa en la imposibilidad, en la lejanía. Tuve la valentía y la lleve a la hamaca pero tú la usabas como almohada, se convirtió en un deseo sin identidad, sin lugar fijo, sin ciudad. Las alpargatas que habían suplantado las chancletas en tu ultimo viaje a recoger café, las coloqué debajo de la hamaca, y en las noches antes de rezar (de rezarle a mis libros) las descubría al pasar por allí más blancas y limpias que nunca, como si nunca hubieran sido compradas, nunca alejadas del muestrario.
Con sólo decir “ya casi la tengo” no nos devolverías la alegría, la alegría de verte, de ser parte de ti. Y yo empezaba a comprender que nada era importante para ti: tontas las pretensiones de los objetos incluso de los sujetos. Estabas sumido en un sueño profundo pero no de los buenos, sino de los que nuca despiertas.... nunca... nunca... No era nisiquiera egoísmo o vanidad, tu ser había desaparecido de tus horizontes, tu universo se reducía y te reducía cada vez mas. Y me dejaste sola paseando inmóvil por historias silenciosas, vacío, silencio, vacío, silencio... y no terminabas nunca... Antes de aprender existía la equivocación y de que me servía si no podía compartirla, jugando la vida alone, inerte en un espacio tiempo sin fin antes del fin, y tú sólo decías “ ya casi la tengo” por qué no hablabas en un lenguaje que te pudiera oír ¿tener qué demonios? Si te has perdido, como yo gracias a ti, cuál receta estás buscando, yo te la digo si quieres pero no hagas sufrir mi deseo.
Surgió un universo paralelo donde tú ya no decías esa estúpida frase con todas las palabras que afuera no escuchabas, creé la nueva casa sin estudio y la nueva situación. Así podía soportar la indiferencia y la existencia del estudio donde tú salías y sólo decías “ya casi la tengo”. Pero ¿cómo podría surgir sin la muerte?
4/4
-Negra, negra, negra, silencio ¡blanca!, no puede ser, algo esta mal. Negra, negra... mal esta muy mal- Alfredo enfureció, alguien había estado invadiendo sus cajones, escudriñando como ratas las tuberías de la casa.
-Maldición “como me gusta esa palabra”-pensó- ya no puedo continuar, no armonía en este vestido, pero puedo empezar a rastrear las viles huellas de la ratica, ven ratica no tengas miedo, don gato no te va a ser daño.
Durante un segundo volcó la ira a la persecución pero la intranquilidad no se aplacaba cazando al malhechor. Inauguró el silencio del corredor con una cantidad exuberante de gritos frenéticos, violentos. El frenesí asustó a los invitados.
-Es mejor salir, afuera hace mejor viento, por lo menos no es tan ruidoso
-¡Alto ahí!, tu no vas a ninguna parte ¿dime quién fue?
-Les presento a Alfredo como ya se habrán dado cuenta siempre tan de buen humor- soltando al final una leve sonrisa capaz de encrespar los ánimos del momento
-Silencio ¡blanca!
Dieron media vuelta ambos, como ignorándose pero al mismo tiempo espiándose, intentando, intentando.
-¡Diablos! No se qué le pasa
La casa había sido muy mal construida, columnas chuecas y bases a punto de estallar, talvez, por esto, Alfredo tomó conciencia y decidió dejar de gritar. Añadir una grieta más sería aceptar su fracaso como albañil, no lo toleraría, prefería mantener las apariencias. Pero por dentro ardía como si hubiera comido trozos de carbón apenas salidos de su chimenea. Abría su boca y era puro humo, caliente, furioso. Sabía de la visita pero aun así no se percató. De todas maneras no vio ningún rostro familiar. No sentía remordimiento. Hubiera sido una visita tranquila si con sus cosas no se hubieran metido. Retomo la calma, debería conseguir pintura y cambiar el cuadro, pero como todo un cirujano, paciente. Menos mal la personalidad artística no hizo su aparición pues entonces estaría en este momento destrozado.
-La visita agradeció tu bienvenida, el señor modales deberías llamarte
-Lo siento blanca pero no encontraba el par de medias negras y con este vestido es indispensable su talla. ¡mira qué horas son!
-Siempre las cosas estúpidas son las que nos alejan poco a poco
-Pero son mas fuertes las interesantes
-Pareces tener siempre la misma partitura ¿cierto? Se creativo, ¡sólo un consejo!
-Blanca no hables así, todo esta bien
-Bien, bienhechor, bienvenida. Qué más da si tu capacidad de estropearlo es impresionante
-Por lo menos no estropeé la casa.
-¡Ah sí! la casa ¿cuál casa? Yo (que) pensé que de música hablabas
-Negra , negra blanca. ¡Perfecto!
4 comentarios:
Quedamos a la espera de la primera o tercera parte de este cuento, cuyo título es bastante inquietante, aunque ignoramos si tal parte exista. Alfredo, quien tal vez sea el personaje que la voz femenina impugna en las primeras líneas, tiene ese aire de no pertenecer a los asuntos de este mundo. Si “Breviario” nos ofrece una página lírica, “4/4” abandona esa voz de las profundidades del yo para pasar a una imagen exterior de la historia. Este cambio de mirada es como leer dos intrigas al mismo tiempo. ¿Qué sorpresas nos deparará el narrador?
No veo la relación de los dos textos, tal vez es que no la alcanzo a comprender, o quizá sencillamente no exista...Pero el primero sobre todo me deja inquieto, me deja intrigado de saber que sigue o que sucedió ya...
Gracias.
A veces esa es la magia de un relato, que no todo está dicho, el lector también se convierte en un creador al imaginar un posible pasado, un posible futuro...
Cuantos principios, intermedios y finales posibles..
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