Prestes a reunirse para la cumbre de Copenhague, los 20 países más ricos y por tanto los más industrializados y tecno-desarrollados, lastimosamente pueden ganar otro título; el de los países más contaminantes y menos dispuestos a adquirir compromisos de verdad con el medio ambiente.
A pesar de que científicos revelan a diario consecuencias medibles del estrago causado al medio ambiente, los intereses de todas estas potencias están dirigidos a la estabilización de la economía y a desacelerar su caída en la lista de las naciones más influentes y poderosas del mundo. Estados Unidos ha sido, sin duda, el país con mayor desarrollo en los últimos tiempos, por tanto el mayor responsable de la hecatombe ambiental, no sólo se le puede acusar de generar los mayores índices de emisión de gases y desechos industriales y nucleares; sino que su mayor delito en la historia ha sido el hecho de no adquirir compromisos serios con la humanidad para disminuir los impactos causados por su sistema consumista. Históricamente Estados Unidos se ha negado a firmar cualquier acuerdo para disminuir las emisiones de gas carbónico (CO2), principal agente causante del denominado efecto invernadero acelerador del fenómeno de calentamiento global.
Obama dice ser simpatizante de los compromisos para firmar en Copenhague, pero ¿cuánto espacio puede haber entre sus intenciones y los intereses de todo un país que históricamente se ha preocupado más con la economía?, ¿será que puede hacer lo correcto cuando se esperarían conflictos con el sector republicano?, son respuestas que el tiempo dará, lamentablemente cuando las tengamos podría ser demasiado tarde para todos nosotros.
En Colombia se puede decir que no somos responsables ni del 1% de las emisiones de gases o del impacto global, pero ¿hasta que punto hay que llegar para que nos corresponda hacer algo?, ¿respiramos acaso de una atmosfera diferente a la que respiran Chinos, Franceses o Ingleses? EL papel de los países menos industrializados, no puede ser menos importante, es el de presionar a los países responsables, además de aprender de las experiencias de estos países, en la trayectoria tecnológica que los ha puesto en ese nivel de responsabilidad. Países en vía de desarrollo no pueden seguir el camino que llevo al estado de emergencia actual, en busca de la industrialización, está visto que no hay éxito en el consumismo desequilibrado y en la explotación sin planeación, un muy buen ejemplo de este fracaso, es la crisis económica mundial, que develó la irresponsabilidad de algunos y la omisión y negligencia de otros. Uno de estos países en vía de desarrollo se localiza en nuestro vecindario, y es llamado de país emergente, puesto que su economía se disparó recientemente con el empujón que ha dado el hallazgo de reservas enormes de hidrocarburos en el fondo del océano, se trata de Brasil, y ese nuevo estatus de transición y superación de la “pobreza” puede ser decisivo, ¿acaso seguirán el modelo gringo de desarrollo?, lo cierto por decir, es que siguen los mismos patrones de consumo y aunque hayan superado muchas barreras tecnológicas, cuentan con el mismo problema de los otros países del hemisferio; no está en el interés de los poderosos educar al pueblo, aún hoy es uno de los países con mayor desigualdad y analfabetismo. A pesar de esto, tenemos fe en que Brasil, uno de nuestros hermanos aprenda la lección y encuentre un mejor camino hacia el desarrollo, y ojalá que este camino atraviese por la selva Amazónica hasta Colombia, pero no en forma de autopista.
El mundo entero parece escéptico de lo que los científicos prevén desde hace tiempo, y hasta algunos pueden acusar a la ciencia de todas estas consecuencias, pero como dijo Albert Einstein “EL problema del hombre no está en la bomba atómica sino en su corazón”. El petróleo y otras fuentes energéticas o los minerales, son naturales y satisfacen nuestra demanda para sobrevivir, pero la codicia que se aloja en el corazón de los hombres y mujeres hace que explotemos y tomemos más de lo que necesitamos, más de lo que generosamente se nos he dado por el ambiente, y hace que se inicien guerras y homicidios para satisfacerla, para finalmente tener una distribución desigual de lo que pertenece a todo el planeta y a todas las razas.
Carl Sagan, otro de los científicos humanistas más brillantes, temía más de nuestra propia capacidad de autodestrucción que del hecho de que podrían existir habitantes hostiles en otros planetas. Siempre, en su búsqueda astronómica, llamó la atención hacia la humanidad como habitantes del mismo planeta, sin distinción de gobierno o credo; lo que era más importante para él era que los humanos viésemos el potencial que tenemos, lo especiales que somos y la humildad que deberíamos tener al enfrentar las dimensiones del Universo y las grandes incógnitas de la vida.
Nuestro planeta Tierra, hasta la fecha, es el único en toda la inmensidad del universo, que alberga vida y nosotros hacemos parte de ese planeta, de esa vida y tenemos la que se dice ser la mayor inteligencia entre todas las especies, deberíamos preocuparnos más en desarrollar bien ese papel.