martes, 15 de enero de 2008

Lobreguez

Por Patricia Chacón.
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La sombra, el frío, la incertidumbre se han apoderado de la selva,

Ella alberga en cada centímetro de tierra millones de sucesos y guerras que le ha tocado presenciar,

Sin desear lleva en su entrañas el dolor de ver partir a muchos hombres y mujeres inocentes, que han manchado con su sangre, su virginidad…

Esconde tras sus árboles las miradas de aquellos cobardes que no han sabido dar la cara, afrontar la vida y las dificultades con valentía, estos han robado su tranquilidad y acelerado su respiración…

Ya los pájaros no vuelan con propiedad como hasta hace unos años, sus nidos han sido destrozados, una bala perdida de pronto les arrebatara la vida…

Sus pulmones se debilitan, su tierra ya no es sagrada, ha presenciado tantos actos inhumanos, sangrientos, y sádicos, que la han convertido en cómplice, una cómplice frustrada porque no tiene manos, boca, y pies, pero tiene corazón y razón…

Un corazón que se endurece con el tiempo, una mente que cuenta los minutos de tanta negligencia, quisiera ponerse en pie, despojar de sus tierras aquellos intrusos que no calman su sed sino que queman su corazón…

Sus animales ya no existen, todos han sido víctimas del dolor, ya no tienen guaridas donde esconderse, hasta las fronteras se las han quitado…

En las noches su llanto desconsuela, su manto se desgarra, ya no hay guardianes sino espías, ojos que no duermen y que se han convertido en su enemigo,

Ella esconde verdades insólitas, dolorosas, allí se han quedado miles de miradas que el viento a quemado y enterrado con dureza, libertades quebrantadas que ni el sol logra ver…

Muere lentamente, la entierran viva, no quiere irse, ella aún escucha llantos de niños, mujeres y hombres que piden con clamor un poquito de justicia, justicia sin armas, sin más muerte…

Jamás imaginó que su cuerpo albergaría tantos cuerpos, jamás pensó morir entre los muertos…

Quiere paz, quiere amor, quiere que sus árboles vuelvan a ser podados, cuidados y alimentados con ternura y bondad, no quiere volver a escuchar tanta bala, sino ver renacer las flores, y escuchar la dulce melodía de los colibrís…

Implora al Dios del cielo que no la deje desfallecer y con ella a todos aquellos que esperan morir dignamente, aunque su corazón agoniza, aún guarda la esperanza de poder despertarse un día, y volver a ver la luz del sol resplandeciendo sobre sus verdes prados, y corriendo sobre ellos la sonrisa de la libertad.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Será la Paz, la Guerra, Colombia misma; o de todos al tiempo, de los que se habla en este escrito...Muy sentido, muy bien logrado, triste, desesperanzador...

Gracias.

Anónimo dijo...

..Muy triste y melancólico..creo que cualquiera que lo lea puede sentir que no es un cuento de hadas, que realmente es al realidad y es lo que esta pasando, lo que estamos viviendo!!