Roberto Pombo, director de EL TIEMPO, explica por qué el futuro de los diarios no es como lo pintan.
Director General de EL TIEMPO
Por Etoile.
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Una madrugada de un 28 de julio llegue al aeropuerto ESEIZA de Buenos Aires. Es un aeropuerto bonito, pero lo malo es que está a las afueras de la ciudad, y solo hay dos formas de llegar al centro: pagando un taxi que se demora 30 minutos y cuesta 30 dólares, o tomar un bus que cuesta 0,5 dólares, que pasa solamente cada 3 horas, y se demora aproximadamente 2:30 minutos.
Apenas llegue a Buenos Aires, la primera impresión que tuve fue que todo era viejísimo; las calles, los edificios, los baños, los carros, ¡todo viejísimo!
Viví en San Telmo, que es el barrio histórico de la ciudad; sus librerías, cafés, restaurantes, ¡todo viejísimo!, pero es bonito, tiene un estilo acogedor. Los domingos hay mercado en su plaza central. Venden mil cosas: mate, ropa, antigüedades, cuadros, figuritas, recordatorios, comida, etc.
Nunca aprendí a manejar la guía T, que es una guía que todos tenían para saber donde paraban y paraban los buses. Siempre prefería tomar subte, que tenía unos vagones viejísimos también, pero era muy fácil de utilizar e igual de barato que el bus: 0,4 dólares.
Había una calle que se llamaba Florida. Era una calle muy chévere porque siempre había mucho comercio; personas cantando, otros bailando, otros haciendo diferentes shows, etc.
El barrio Palermo era un poquito más moderno; las calles eran más limpias, habían muchos boliches (así le dicen a los bares), habían muchas tiendas de diseñadores independientes, y también los domingos en su plaza central había mercado. En ese barrio también estaba el zoológico de la ciudad. En general el barrio es muy verde. Tenía una zona que se llamaba: bosques de Palermo, que era un sector gigantesco, lleno de árboles, prados, lagos, patos, etc. También estaba el planetario, que parece una nave espacial y la biblioteca nacional, que tiene una estructura muy llamativa, y en el piso tiene talladas historietas.
Otro barrio representativo es Recoleta. Creo que es de los barrios más caros y bonitos de la ciudad. Muy conocido por su cementerio; el cementerio de recoleta, que es grandísimo, y todas las personas enterradas allí, no tienen tumbas, sino casi iglesias, casitas muy coloniales, estatuas, monumentos y gatos por todos lados.
En recoleta también está la flor; una flor gigante que se cierra cuando el sol cae al atardecer. Muy cerca de la flor, hay una escultura gordísima de Botero.
La Boca, un barrio de tradición futbolera, es realmente feo e inseguro. Allí quedaba el estadio de Boca. En su entrada tenia un salón en el que le hacían homenaje a Maradona. Venden balones, uniformes y todos los accesorios relacionados con la práctica de este deporte. Había también un mural gigante, con una foto de Maradona corriendo.
Por esa zona hay muchas tiendas donde venden todo lo relacionado con el equipo: Boca.
Muy cerca de allí está “caminito”. Había escuchado tanto sobre el lugar y cuando lo vi, no me pareció gran cosa. Simplemente son tres calles, con las casas pintadas de colores. Es una zona muy comercial; con muchos restaurantes, shows de tango, venden muchas cositas de recordatorio. También habían unos muñecos gigantes en las casas tomando mate, y fumando. Hay es la boca del río, por eso le dicen Boca, porque es el punto en el que se ve la boca del río. Está el puente viejo y el puente nuevo. Se ve el río contaminadísimo y los barcos circulando.
La casa rosada; por dentro es muy bonita, con unos cuadros, y una decoración muy exclusiva, pero realmente por fuera, con ese color rosado pálido se ve feísima.
La zona donde está el puente de la mujer es muy bonita. Están los mejores restaurantes de la ciudad; el dique y los barcos, hacen que ese lugar sea perfecto para caminar y pasar una tarde de descanso.
La costanera era una zona donde todos los domingos habían muchas personas; siempre vendiendo toda clase de comida; grupos de música, otros bailando tango, etc.
La reserva ecológica, era un recorrido de 3 horas a pie, en el que se camina por una zona destapada y en la mitad del camino, se llega al rió de la plata. Allí es común que las personas hicieran picnic con sus familias. Era un lugar donde habían muchos árboles y verde por todo lado. Perfecto para caminar.
El estadio de River queda en el barrio Belgrano; uno de los barrios más caros y bonitos de la ciudad. Sus casas con arquitecturas modernas; sus calles limpias, y tiendas de moda.
La calle corrientes que atraviesa toda la ciudad; es una calle muy comercial. En todas las esquinas venden de todo; libros, ropa, comida, antigüedades, mate, joyas, etc.
Los porteños, así les dicen a los que son de Buenos Aires. En general tienen una actitud muy agresiva frente a todo. Después de un tiempo me di cuenta que era cultural. Su español es muy diferente; hablaban rápido, y entre los dientes, además tenían muchas palabras muy populares, propias de su región. Las porteñas en general son muy peleonas, histéricas. Los jóvenes en general tienen estilos de vida muy desordenados; había mucho vicio, mucho alcohol, mucha droga. Eran muy poco tolerantes, muy cerrados y autoritarios, con egos y orgullos que ni siquiera entre ellos mismos se lo aguantaban. Incluso los argentinos de otras regiones, hablaban mal de los propios porteños, porque decían que pensaban, que ellos se creían Europeos.
La ciudad en general es bonita; muy comercial, muy turística, pero es muy insegura, cada vez con más delincuencia común. Todo el tiempo se vive en un ambiente pesado; todas las personas viven de afán, muy prevenidas, y groseras.
Un problema grande que creo que desata muchos otros, es que las fiestas empiezan a las 2 de la mañanaza, y se terminan a las 7 am. Entonces ellos hacen “la previa”; así le dicen, y lo que significa es que se ponen a tomar desde las 8 en la casa de alguien, y luego cuando están borrachos, salen al boliche a las 2 de la mañana, entonces cuando llegan al boliche, ya están borrachos y arman peleas.
Creo que la madrugada trae consigo muchos problemas de inseguridad.
Creo que no hay ciudades para todo el mundo. Buenos Aires es una ciudad bonita, multicultural, con muchas cosas por ofrecer, pero no es una ciudad en la que viviría más de 6 meses.
Por Etoile.
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Anoche la luna se veía diferente, al parecer un poco más vieja. Mis provisiones se acabaron hace algunos días, solo me queda un poco de agua que me regalaron en el pueblo anterior. Ya no se a donde voy, y a veces pienso que ya no quiero ir a ningún lugar. Cuando empecé este viaje, quería dejar atrás todo lo que mortificaba mis días. Caminar con mi espalda liviana, dejando con cada paso, un peso menos. Cargar solo lo necesario, el resto debía quedarse.
Al lado del camino, imponente me miraban sus ramas cortadas y hojas marchitas. Me recosté sobre su piel, mientras entendía que ya no debía pelear con el tiempo. Me quede dormido, tal vez horas, tal vez días.
Seguí el camino que indicaba el mapa. Pasó mucho tiempo, pero era un tiempo igual al anterior. Finalmente encontré un letrero que decía: “Pueblo sin ley: 2 días a buen paso” Seguí la flecha, pero todo a mi alrededor permanecía igual: La tierra sin huellas, el aire sobrando, y la soledad fiel a mi sombra.
Suspendido en el aire, había un letrero empolvado que decía: “Bienvenido a Sin Ley”. Encontré una casa antigua con un baúl sellado al lado de la puerta. Se respiraba olvido desesperado y se sentía el abandono de los sueños. Camine sobre las telarañas hasta llegar a un espejo roto que reflejaba algo que ya no tenia nombre.
No sabia cuanto tiempo había pasado, no sabia, y no importaba. Ahora todo resultaba ser tan cotidiano, pero a pesar de eso, no extrañaba a mi esposa, tampoco a mis dos hijos, tampoco el trabajo, ni a mis supuestos amigos. No extrañaba nada, ni siquiera a mi mismo.
Empecé a perderme en imágenes inexistentes. Compulsivamente esculque en todas las casas, abrí todos los cajones, y empecé a entender que nadie iba a llegar a este lugar. Ilusamente pensaba que se habían ido temporalmente, y que algún día, alguien llegaría, pero ya tenía la mitad de mi cabeza blanca, y el silencio era eterno.
Anoche tuve un sueño. Este pueblo estaba vivo; los niños cantaban y jugaban. De pronto una voz dijo: La ley se aplica, no a lo que dicen, ni hacen, sino a lo que piensan. Todos sin excepción, han sido declarados culpables, todos han infringido la ley, y serán condenados al destierro. A quien encuentre mañana cuando salga el Sol, se convertirá en pasado.
Desperté, vi el espejo roto, salí, y al lado de la puerta, el baúl estaba abierto, me acerque dudosamente, siguiendo la voz de aquel hombre, que algún día, tuvo nombre..