jueves, 26 de noviembre de 2009
jueves, 19 de noviembre de 2009
lunes, 9 de noviembre de 2009
Alza en el precio de los alimentos en el último año
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En lo corrido del año se han venido desarrollando diferentes fenómenos que están afectando la economía mundial considerablemente.
Aun muchas organizaciones investigan porque entre marzo de 2007 y marzo de 2008 los precios de los alimentos en promedio aumentaron en un 57%, cifra alarmante, que preocupa a los gobiernos de todo el mundo.
Las siguientes son cifras publicadas por
Cereales: 41%
Aceites vegetales: 60%
Productos lácteos: 83%
El precio del maíz aumentó de US$ 165.1 en el
La soya aumento un 86% hasta llegar a US$ 732.1.
El trigo en seis meses aumentó en 125% hasta llegar a US$ 439.7.
El acero para varilla ha aumentado en 110%, de US$ 480 en el
El arroz aumentó en 86% de US$
El aceite de girasol también aumentó en más de un 100% al pasar de US$
En resumen, toda ésta revolución en los precios ha traído una violenta inflación importada a los países emergentes, sobre todo aquellos no productores de petróleo.
Debido a que el creciente consumo de alimentos va de la mano con el desarrollo económico; China, India, Brasil y México han crecido muchísimo económicamente en los últimos meses, al igual que sus economías, ocasionando una demanda de alimentos no esperada, ya que miles de personas salieron de la pobreza y cambiaron sus hábitos de consumo.
Sabiendo que los países asiáticos basan su dieta primordialmente en arroz, los gobiernos de estos países orientales están buscando soluciones a esta gigantesca demanda de alimentos insatisfecha.
Según investigaciones realizadas por
Otro factor que ha afectado mucho el alza en los precios de los alimentos ha sido el aumento del combustible, ya que ha incrementado los costos de producción y transporte de los bienes agrícolas.
Este año, por primera vez en la historia, el barril de petróleo se negoció a US$100 el barril.
Por otro lado el cambio climático que impacta las cosechas, ha afectado mucho la producción agrícola. La oferta mundial de cereales por las sequías e inundaciones, se ha reducido considerablemente.
La competencia entre cultivos para alimentos y carburantes, la devaluación del dólar y el bajo almacenamiento de alimentos, en particular de cereales. Estas razones y muchas aun por investigar han hecho que estemos viviendo una crisis por falta de alimentos.
Un estudio interno del Banco Mundial (BM) (se filtró a la prensa) responsabiliza a los biocombustibles, por un 75% del alza del precio de los alimentos, que en los últimos años hizo caer a unas 100 millones de personas por debajo de la línea de pobreza.
Los alimentos representan de un 10% a 20% del gasto de un consumidor en los países industrializados, pero en los países en desarrollo representa de un 60% a 80%, muchos de los cuales son importadores netos de alimentos.
Este año se ha tenido récord de producción a pesar de los altos precios y el malestar social que esto provoca en los países más empobrecidos.
Algunas investigaciones proponen que el uso de granos y oleaginosas para la producción de biocombustibles debería suspenderse hasta que los mercados se tranquilicen.
Se busca producir más para tratar de abastecer la demanda, pero la oferta de alimentos no es suficiente, los precios están cada vez más altos y los problemas de desnutrición son cada vez más preocupantes.
El barril del petróleo sigue subiendo, esto hace que la distribución de los alimentos se complique aun más. La economía de China e India sigue creciendo debido a que sus habitantes tienen mejores ingresos por lo tanto demandan más alimentos.
La situación es cada vez más crítica sobre todo para los países en desarrollo.
La inflación esta llegando a cifras nunca antes vistas.
Las organizaciones internacionales están trabajando al respecto y seguramente en poco tiempo encontraran una solución viable que finalice ésta crisis que cada vez cobra más vidas debido a la desnutrición.
Definitivamente hay que encontrar una solución pronto, porque las cosas ya se están saliendo de las manos. Además de la crisis mundial, enfrentar paralelamente una crisis alimenticia seria catastrófico.
martes, 3 de noviembre de 2009
El Poder del Individuo
Tomado del Diario el Espectador
Por: William Ospina
“QUÉ OBRA MAESTRA ES EL HOMBRE. Cuán noble por su razón, cuán infinito en facultades. En su forma y movimientos cuán expresivo y maravilloso. En sus acciones, qué parecido a un ángel, en su inteligencia, qué semejante a un Dios. ¡La maravilla del mundo, el arquetipo de los seres!”.
Desde el Renacimiento, cuando Hamlet nos dejó esa asombrada y superlativa definición del ser humano, cada vez más oímos hablar de la importancia del individuo, de todo lo que cada uno puede lograr como síntesis de las habilidades y las experiencias de toda la especie. Así se alimentó la ilusión de que cada ser humano fuera Leonardo da Vinci: la plenitud de la belleza, la armonía, la fuerza creadora, la destreza, el pensamiento y la invención.
También en el Renacimiento apareció la figura de Don Quijote, el soñador capaz de sacar de una polvareda en la llanura todo un ejército con sus generales y sus estandartes, de una posada polvorienta un palacio, de una moza desgreñada y tosca una criatura inmortal.
Pero la edad del individuo, antes que potenciar nuestras facultades, prefirió adular nuestros apetitos, y entronizó el derecho al confort y al consumo como fin último de la existencia. Es importante señalar que lo más contrario a una sociedad de creación es una sociedad de consumo. Leonardo era un extraordinario creador, y para ello se requieren estímulos y talentos pero también criterios y valores, alguien capaz no sólo de exigir sino de exigirse. Desafortunadamente
Pensado por Descartes, devuelto por Rousseau al estado de inocencia, convertido gracias a Voltaire en el enciclopédico crítico de la cultura, exaltado por Danton y sus revolucionarios en soñador de un nuevo orden social, y por Robespierre en verdugo de la tradición, ese individuo histórico se exaltó, a comienzos del siglo XIX, en el arquitecto de las nuevas sociedades, a través de hombres como Napoleón y como Simón Bolívar. Por un instante, todo parecía posible para el individuo, convertido en el alfarero del tiempo, en el faro del porvenir.
Pero algo faltó para que el sueño fuera completo. Tal vez una mayor claridad en el hecho de que, si el individuo puede llegar a encarnar la plenitud del orden, del pensamiento, de la audacia y de la creatividad, en la misma medida puede llegar a ser la plenitud del horror, del mal, de la furia destructiva y de la locura criminal. Shakespeare no lo ignoraba, y sus héroes fácilmente derivan hacia el horror y hacia el crimen. Hamlet mismo, que acaba de pronunciar en el escenario tan hermosas palabras, termina desencadenando en su venganza una lastimosa mortandad. Y al generoso Don Quijote, aquellos a quienes viene a ayudar no siempre le agradecen por esa ayuda momentánea, pues saben que después los dejará otra vez solos a merced de la arbitrariedad y de la violencia. Cervantes no admiraba tanto a su personaje como para ignorar que los redentores no siempre nos redimen, que después del paso de los salvadores el mundo a menudo queda peor.
Los individuos extraordinarios suelen ser fruto de circunstancias extraordinarias, pero en nada deberíamos esforzarnos tanto como en la construcción de un orden social en el que a la gran mayoría le corresponda siquiera un mínimo de justicia. Porque si bien el orden aristocrático permite a veces el florecimiento del genio leonardesco, los órdenes excluyentes suelen ser semilleros de la violencia y de la crueldad.
Hoy, peligros mayores amenazan al mundo. El desarrollo acelerado de la técnica, así como pone al alcance de todos cada vez más conocimientos y recursos de la civilización, al mismo ritmo pone en todas las manos un poder de destrucción desenfrenado. Paul Virilio llegó a escribir, mucho antes de los atentados de septiembre del 2001, estas palabras: “Desde hace poco, en efecto, la miniaturización de las cargas y los progresos químicos en el terreno de la deflagración de explosivos favorecen una ecuación hasta ahora inimaginable: un hombre = una guerra total”.
Desafortunadamente los poderes destructivos trabajan mucho más intensamente que los creadores. El arte de matar es asignatura obligatoria en los horarios de mayor audiencia. La velocidad, la fuerza y el triunfo súbito son los valores que cautivan al mundo. Parece tarde para que alguien nos eduque en las virtudes de la contemplación, de la introspección, de las lentas maduraciones. Con razón Hamlet terminó su frase sobre el ser humano con esta exclamación desencantada: “¡Y sin embargo, qué es para mí esta quintaesencia del polvo!”.
Es el peligro de los énfasis. Mejor que unos cuantos seres excepcionales sería tener muchos seres felices. Tal vez no necesitamos superhombres, en el sentido de Nietzsche o de las historietas, sino generosos seres humanos, y para ello el énfasis no puede estar en las facultades de cada uno sino en la capacidad de convivir con los demás.