lunes, 22 de octubre de 2007

Monroísmo y Bolivarismo

Por José Fernando Moreno.
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¿Neoliberalismo o Socialismo del Siglo XXI?

“Un sueño suele ser el hijo fijo de la trama de la vida de un hombre”

Bartolomé Mitre

El 10 de noviembre del año de 1989 marcó el nuevo rumbo de la esfera en la cual habitan todos los seres vivos. La caída del Muro de Berlín trajo consigo una serie de transformaciones políticas, culturales, económicas, religiosas, ambientales y sociales; implantadas por la superpotencia hegemónica, que dio “fin” a la discusión entre marxismo y capitalismo. El final de la Guerra Fría, llevo a los Estados Unidos a reformar el mundo y constituir un nuevo orden mundial, promulgado en pos de la Humanidad, basándose en un proceso inherente al ser humano denominado Globalización y al Neoliberalismo; correspondiente ideológico que dictaminó cómo llevar el proceso.

No obstante, 18 años después, se observa como este nuevo orden, al contrario de la promulgación, le dio paso a un contra para la humanidad. Se puede ver cómo se incrementa la brecha interna y externa de ricos y pobres; 2000 de 6000 millones de personas que habitan el mundo viven por debajo de los niveles de pobreza, en donde el 20% más rico posee el 86% de la renta y el 20% más pobre el 1.6 de la misma. A su vez, cómo los más juiciosos adoptando este sistema, no han alcanzado el desarrollo, y en opuesto, están cada vez más lejos de alcanzarlo; la productividad se ha visto en el fenómeno de la maquila y en los serios problemas de desempleo. También, se vislumbra que la economía no ha alcanzado los altos niveles de crecimientos de la posguerra y que lo único que crece es el flujo de capital; detonante de crisis como la petrolera, la mexicana y la asiática. Y peor aún, mientras que ocurre todo esto, el Estado pierde poder mediante privatizaciones que van encaminadas a la acumulación internacional del capital implicando una posible recolonización y el medio ambiente cada vez genera nuevos retos para preservarse[1].

Aunque este nuevo orden se presenta en un marco global, es necesario analizarlo desde la región en la cual siempre a predominado el poder hegemónico y políticas Norteamericanas y en donde se presenta un claro reflejo de estos resultados; Latinoamérica. Simón Bolívar, el libertador, profetizó esta situación y por tal motivo mientras estuvo en vida hizo lo humanamente posible para evitar estos acontecimientos buscando implementar sus propias políticas, siguiendo sus ideales, lo que algunos denominan Bolivarismo. Sin embargo, él mismo admite que fracasó en su intento por construir una Hispanoamérica mejor, como lo demuestra en su carta al general Juan José Flores, en su lecho de muerte el 9 de noviembre de 1830[2]. La muerte del libertador trajo consigo la constitución de una doctrina que va a marcar desde ese momento el rumbo de las relaciones de Latinoamérica con el resto del mundo denominado, Doctrina Monroe. Sin embargo, los ideales de Bolívar no han muerto. Hoy surge en el continente una visión alternativa, que puede interpretarse como la explosión de los inconformismos latinoamericanos, denominada por su principal exponente, Hugo Chávez, como la Revolución Bolivariana encaminada hacia el Socialismo del Siglo XXI[3].

Es acá donde surgen nuevos intereses en la región y se abre el debate sobre qué alternativa es la mejor para el desarrollo de la misma. Por un lado, se presenta el desarrollo que simplemente ha sido una ilusión y que ha predominado por 177 años bajo la bandera de Estados Unidos y el lema de “América para los Americanos”. En la otra esquina, se encuentra el sueño de Bolívar que aun se encuentra en coma pero que poco a poco se ha venido despertando para llegar a hacerse realidad. Entonces, ¿Cuál es la mejor opción?

Es complicado ver que depara el futuro; a pesar de esto, es cierto que llevamos demasiado tiempo tratando de ver libre esta región, viéndola crecer, vivir más no sobrevivir y en paz. Ese tiempo se ha dado por medio de la primera opción. ¿Por qué no darle la oportunidad a la segunda? Definitivamente, la mejor opción se reflejara después de que vivamos en el sueño del libertador. Pero para llegar a esto se debe recurrir a la historia y ver en que se basan las dos posturas; en que fallaron y en que acertaron.

La base de la Doctrina Monroe, esta contenida en un discurso pronunciado por el presidente Norteamericano, James Monroe, el 2 de diciembre de 1823. En el discurso, entre tantas cosas, recomendaba un tratado internacional para abolir la piratería y hablaba sobre las relaciones exteriores norteamericanas. Las palabras claves del discurso eran las siguientes[4]:

“Los continentes americanos por la acción libre e independiente que han asumido y sostienen, de hoy en adelante no se considerarán como objetos de futura colonización por ninguna potencia europea”.

El discurso, claramente afirmaba que los Estados Unidos no iban a permitir la recolonización, por parte de alguna potencia europea, de la América antes española puesto que esto podría claramente afectar la seguridad nacional de la naciente potencia. Aunque el discurso, surgió de una proposición del ministro británico Canning debido a los temores que surgieron de la Santa Alianza entre Francia y España. Sin embargo, el secretario de estado Norteamericano, John Quincey Adams, hizo una serie de modificaciones del convenio pretendido por los británicos, puesto que en los postulados iniciales se pretendía dejar libre a la América española de cualquier intervención mundial, razón que no era grata para Adams, puesto que los Estadounidenses tenían serias intenciones expansionistas que más adelante iban a ser reflejadas[5]. Estas “nobles intenciones” Norteamericanas no eran más que el reflejo de un política que pregonaba el interés de toda América, pero cuya finalidad era la prevalencia de los intereses norteamericanos de expandirse en el continente y competir con las potencias europeas.

Por el otro lado, el Bolivarismo se presenta como la alternativa naciente después de las guerras de independencia de la América española, para llegar a consolidar la región, en aras de llegar al desarrollo. Aunque se habla de que en los primeros indicios del sueño del liberador se presentan hacia 1813 en un documento de su gobierno el cual decía:

“La ambición de las naciones de Europa lleva el yugo de la esclavitud a las demás partes del mundo; y todas estas partes del mundo deberían tratar de establecer el equilibrio entre ellas y la Europa, para destruir la preponderancia de la última. Yo llamo a esto el equilibrio del Universo y él debe entrar a los cálculos de la política americana”[6]

Bolívar tuvo el genio requerido para entender la necesidad de formar, cuando terminara la guerra de independencia, una Liga de naciones hispanoamericanas excluyendo al imperio de Brasil, por sostener relaciones monárquicas, y a Estados Unidos por sus inminentes deseos de expansión que el libertador vislumbro desde el principio. Esta Liga iba a estar conformada por la mayoría de países independientes de la región, desde México hasta Buenos Aires.

Pero, ¿Qué determino que triunfara el Monroísmo y no el Bolivarismo, si el sueño del libertador planteaba una gran alternativa para el desarrollo de la región?

El principal apoyo que tuvo la Doctrina Monroe, fue determinado por el poderío militar de Estados Unidos, el cual brindaba una serie de garantías a las burguesías latinoamericanas para una naciente ofensiva, presupuestada, debido a las políticas adoptadas por el gobierno Francés y Ruso. Sin embardo, más que un triunfo de los americanos, fue un fracaso de Bolívar. Esto se debe a que Bolívar confiaba en sus allegados, que podrían decirse, lo traicionaron a la hora de su muerte. Unos de los principales traidores, Santander, el cual, mientras se desarrollaba el proceso de negociación con las naciones hispanas, realizó nombramientos y delego funciones con el fin de integrar a este proceso a los Estados Unidos y Gran Bretaña; y tiempo después de la muerte de Bolívar dio total libertad a las políticas “integradoras” de los norteamericanos. Por otro lado, en México, se rindió a las logias yorkinas, que presentaron el modelo de monarquía conservadora para manejar la nación.

Lo que no se esperaban estos gobiernos de la América Hispana, es que 70 años después, se iban a encontrar en niveles deplorables de crecimiento, sin territorios como Texas, Virginia, Cuba, Puerto Rico y Panamá, puesto que ahora eran territorios de la potencia del norte, y en medio de guerras civiles. Y mucho menos se esperaban, que en 177 años estaría frente a una región con bajos niveles de crecimiento y desarrollo.

Aunque, la primera mitad del siglo XX se vio enmarcado por los más funestos hechos de la historia, las relaciones de Estados Unidos con Latinoamérica no se vieron afectadas, en el sentido de que la potencia era la principal fuente influyente en la región, tanto en comercio como en política. Sin embargo, cuando finaliza la Segunda Guerra Mundial, se presenta un gran cambio en las relaciones del mundo, puesto que de allí emergen tres grandes fuerzas mundiales. Por un lado, se encuentra Estados Unidos como potencia capitalista, por otro La Unión Soviética como potencia marxista y por ultimo la Comunidad Europea, que se dedicó a reconstruir el continente de los desastres dados por la guerra.

La denominada Guerra Fría, abrió paso a la lucha por que modelo debía conquistar el mundo. La intervención soviética en la región fue un detonante para la serie de transformaciones políticas, representadas por las emergencias de grupos guerrilleros, y por el triunfo de la revolución cubana. Fue por esto que durante este periodo se dio un intervencionismo Norteamericano que llevó al impulso de las grandes dictaduras del cono sur[7], con el fin de mantener el control del capitalismo en la región.

Como era de esperarse, al finalizar la Guerra Fría, las relaciones entre Estados Unidos y América Latina se volvieron menos intensas y conflictivas que durante periodos anteriores. El intervencionismo militar se reduce y entran a jugar asuntos tales como la inmigración, el narcotráfico, el control de armas, los conflictos fronterizos y el ambiente[8]. Claro que como olvidar en Consenso de Washington que trajo consigo el ideal neoliberal y la política aperturista y descentralizadora impulsada especialmente por el FMI. Este fue el detonante de lo que Autores como Stiglitz denominan los “Felices noventa” y el “Malestar en la globalización”. Este periodo se vio enmarcado por el drástico cambio de políticas que llevaron a un crecimiento impulsado por las operaciones de los bienes no transables que al detonar la crisis hipotecaria asiática, vio su fallecer a finales del siglo; dejando ver que el sistema lleva a crisis. Crecimientos negativos en la mayoría de países de la región, crisis de empleo, problemas fiscales y inestabilidad monetaria una de sus principales consecuencias[9].

Es a su vez que a finales de los noventa surgen dos procesos paralelos que abran una nueva visión para enfrentar los retos globales; el gobierno de Hugo Chávez y el socialismo del siglo XXI y la consolidación del bloque económico en la Unión Europea.

Por un lado aparece el Presidente Venezolano, que se basa en Heinz Dieterich Steffan y su obra Socialismo del Siglo XXI en la cual se hace una critica al modelo marxista y se desarrolla una especie de comunión entre el mercado, la globalización y la sociedad, basándose en la participación y la democracia, y en donde el modelo se encuentra en proceso de construcción y debate, y como afirma Chávez “ se habrá que realizar una transformación profunda de la estructura social, económica y política, pero que no se puede pretender acelerar torpemente la dinámica de los cambios estructurales”[10]. Este planteamiento teórico se ve encausado por parte de la llamada Revolución Bolivariana, en la cual a su vez se encaminan las tendencias de izquierda en la región en gobiernos como el Morales, Correa, Bachelet y Kirchner. Aunque todavía no son visibles los posibles resultados en la región, lo cierto es que se han encaminado procesos y políticas en contra de organismos como el FMI; por ejemplo, hoy día se habla de proyectos como el Banco del Sur, el gasoducto suramericano y un el Tren del Sur; todos proyectos encaminados a la posible Liga Hispanoamericana del Siglo XXI.

También la región ha entrado en conciencia de la importancia que refleja la integración, cuyo claro ejemplo se presenta en la Unión europea. Esta unión ha logrado los mayores avances mundiales en materia de integración económica, política e identidad de bloque. Ya son 25 países miembros que basan su economía en la producción interna con el fin de suplir la demanda que presenta su misma región[11]. A su vez se presentan grandes inclusiones de los países menos desarrollados en aras de alcanzar el nivel económico de desarrollo; lo que sin lugar a duda demuestra que la unión hace la fuerza.

Sin embargo, no todo es color de rosa. La región se encuentra en una división, principalmente en la zona norte del cono en donde países como Colombia y Perú, que acaban de firmar tratados bilaterales con los Estados Unidos, resquebrajando la negociación multilateral y dejando ver su falta de solidaridad con el resto del cono. A su vez, se presenta unido a esto, al problema que enfrenta la región debido a la salida de Venezuela de la CAN. Por el lado centroamericano la cosa no es mejor; también se firmó un tratado de libre comercio (CAFTA) que une lazos entre la región y Norteamérica y que con México y su NAFTA a la cabeza, representan un dominio de Washington en la región; que a su vez también presenta procesos paralelos de desarrollo como el Plan Puebla Panamá[12].

Sin lugar a dudas son muchos los retos que enfrenta la región, una Centroamérica dominada por las políticas del norte, una Suramérica medianamente dividida entre CAN y MERCOSUR y una incierta forma de financiación de los proyectos desarrollistas en cabeza de los petrodólares Venezolanos. Lo único cierto, es que la región tomo conciencia de que se deben abrir formas paralelas de desarrollo que se fusione con el proceso globalizador, que la falacia neoliberal es un hecho y que llevamos 177 años bajo el dominio de una potencia que siempre busca su ganancia y la de sus ricos, y que tiene al resto del continente en puertas de una recolonización sin vuelta atrás. ¿Es la alternativa Bolivariana la mejor? Si no la llevamos a cabo ¿Cómo lo sabremos? no lo sabremos; solo el tiempo nos dará la respuesta.

Anexo 1


“Mi querido general:

Ud. Sabe que yo he mandado veinte años, y de ellos no he sacado más que pocos resultados ciertos: 1. La América es ingobernable para nosotros; 2. El que sirve en una revolución ara en la mar; 3. La única cosa que se puede hacer en América es emigrar; 4. Esté país caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada para después pasar a tiranuelos casi imperceptibles de todos los colores y razas; 5. Devorados por todos los crímenes y extinguidos por la ferocidad, los europeos no se dignaran a conquistarnos; 6. Si fuera posible que una parte del mundo volviera al caos primitivo, éste sería el ultimo periodo de la América.

La primera revolución francesa hizo degollar las Antillas, y la segunda causará el mismo efecto en este basto continente. La súbita reacción de la ideología exagerada va a llevarnos de cuantos males nos faltaban, o más bien los va a completar. Ud. verá que todo el mundo va a entregarse al torrente de la demagogia, y ¡desgraciados los pueblos! Y ¡desgraciados los gobiernos![13]



[1] Véase, MOSQUERA MESA RICARDO. Globalización & ALCA. América para los americanos. Segunda edición. Universidad Nacional De Colombia.

[2] Véase anexo 1.

[3] Véase BIARDEU JAVIER. Los errores del estalinismo burocrático frente al Socialismo del Siglo XXI. Consultado en http://www.aporrea.org/ideologia/a30750.html.

[4] Véase DONOVAN FRANK. Historia de la Doctrina Monroe. Primera edición. Editorial Diana. Mexico D.F. 1966.

[5] Véase LIÉVANO AGUIRRE INDALENCIO. Monroísmo y Bolivarismo. Populibro. Editorial Revista Colombiana Ltda. Bogotá D.E. 1969.

[6] Ibid. Página 15.

[7] Véase LOWENTHAL F. ABRAHAM Y TREVERTON F. GREGORY. América Latina en un nuevo mundo. Primera edición. Fondo de Cultura Económica. Mexico. 1996.

[8] Ibi. Página 11.

[9] Véase RESTREPO DARIO. Aperturismo y nueva gestión de las regiones en Integración regional, Fronteras y globalización. Carlos Martínez Becerra. Bogotá D.C.

[10] Véase DIETERICH HEINZ. Hugo Chávez y el Socialismo del Siglo XXI. Segunda edición revisada. Monte Ávila editores. Venezuela 2007.

[11] Véase MOSQUERA MESA RICARDO. La Unión Europea como ejemplo de integración: ¿Para quién? en Integración regional, Fronteras y globalización. Carlos Martínez Becerra. Bogotá D.C.

[12] Véase FRANCO IVAN. Políticas neoliberales y Plan Puebla – Panamá en Yucatán en Integración regional, Fronteras y globalización. Carlos Martínez Becerra. Bogotá D.C.

[13] Véase. BOLÍVAR SIMÓN. Escritos Políticos. Quinta edición. El Áncora Editores. Bogotá. 1984.

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